El secretario de turismo Enrique De La Madrid y el presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico, CNET, Pablo Azcárraga, reactivaron el tema del daño que genera la criminalización del consumo de la mariguana, así como de la comercialización y su impacto negativo en el futuro de varios destinos turísticos nacionales y en la economía de quizá cientos de miles de familias que directa o indirectamente viven de la actividad turística. Todo por la violencia que se deriva de la indefinición respecto a este asunto.

La realidad es que hay una doble moral respecto a este tema, por parte de autoridades en el ámbito global, que ha impedido el análisis objetivo. Esto nos lleva a un tema indirecto.

Si el tabaco es más adictivo y su impacto en la salud es devastador, ¿por qué no se ha medido al tabaco con la misma vara que a la mariguana?.

¿Por qué el tabaco sigue dentro de la legalidad y la mariguana en la ilegalidad?

Es cierto de que se ha intentado restringir el consumo del tabaco con campañas que han sido poco efectivas pero no se le ha dado un golpe mortal, como sería ponerlo en el mismo nivel que la mariguana y prohibir su cultivo, fabricación de cigarros y comercialización. A final de cuentas está comprobado que el tabaco es sumamente dañino para la salud.

Las llamadas “leyendas precautorias”, que alertan sobre los riesgos del consumo y vienen en las cajetillas de cigarros, está comprobado que no son efectivas. Si no fuese así, las tabacaleras no las utilizarían.

La realidad es que se ha estigmatizado a la mariguana con total efectividad desde siempre. En contraste, al cigarro se ha simulado su combate, por una razón muy simple.

Detrás de la mariguana la única industria que está detrás es la delictiva, que por operar en el mercado informal y no generar impuestos, es fácil atacarlo. Los delincuentes, frente al juicio de la la opinión pública son vulnerables.

En contraste la industria tabacalera es tan poderosa que es intocable. Su capacidad de cabildear a su favor cuando se quiere legislar en su contra, se deriva de su poderío económico. Esto permite este trato tan desigual entre el tabaco y la mariguana.

Estas condiciones sociales de percepción impiden hacer un análisis objetivo y racional.

Es urgente un estudio social y antropológico para evaluar si la legalización del consumo y la comercialización pudieran bajar el índice de violencia. También estudios psicológicos para identificar el riesgo de la adicción, así como de salud para evaluar sus posibles daños.

Todos los argumentos que se escuchan en contra están sustentados en prejuicios morales en contra de la mariguana. La doble moral respecto a este tema, en el extranjero, es clara.

En Estados Unidos es ilegal la mariguana a nivel federal, pero muchos estados han ido legalizándola a nivel local, incluso para fines recreativos, o sea el puro gusto y eso permite incluso la comercialización.

A su vez, si usted viaja a Copenhague, Dinamarca, un centro de atracción turística muy seductor es un barrio llamado ciudad libre de Christiania, o el barrio hippie, que a su vez forma parte del barrio Christianshavn. Ahí está permitido el consumo y la comercialización de la mariguana, aunque para hacer una simulación efectiva, cuando usted entra hay infinidad de letreros que indican que está saliendo de la Unión Europea e ingresando a un territorio independiente.

Nada más falso. Christiania ni tiene autonomía, ni gobierno, ni nada; todo es simulado. Pero al salir de Christiania e ir por las calles de Copenhague es común pasar junto a un joven que evidentemente viene fumando mariguana, sin ningún pudor y sin que nadie le moleste. Christiania en realidad es parte del folclor danés y su opacidad aumenta su carisma y el interés por visitar este barrio de gran valor turístico.

A su vez en Amsterdam, Holanda, sucede lo mismo en las calles. Está prohibido el consumo y la comercialización, pero la gente la fuma sin problemas.

No debemos legalizar el consumo de la mariguana y menos aún aprobar su comercialización con decisiones tomadas a la ligera, pero si debemos exigir un análisis objetivo y racional, sin prejuicios. Necesitamos definirlo dimensionando su impacto en la violencia criminal y en la salud pública, de una vez por todas.

A su vez, se debe trabajar de verdad, dentro del gobierno, con estrategias para erradicar en unos cuantos años el consumo del tabaco, pues su impacto negativo en la salud está comprobado.

En el extranjero este tema de la mariguana es irrelevante y uno de tantos que deben analizarse, porque simplemente es un problema de salud pública.

Sin embargo, en México es un tema de seguridad pública, por la violencia que acompaña la comercialización. Necesitamos dimensionar este problema con urgencia y legislar de una vez por todas tomando como base lo que convenga a los mexicanos y a nuestro país en su conjunto.

¿Usted cómo lo ve?

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