Hace como un año les contaba de los alimentos funcionales, esos que se ha demostrado que afectan de manera beneficiosa una o más funciones del cuerpo reduciendo el riesgo de enfermedad. Es decir, los alimentos funcionales juegan un rol importante en la prevención de enfermedades.

Son alimentos que caben perfectamente dentro de una dieta sana, equilibrada y variada y deben consumirse en la misma cantidad que cualquier otro alimento. No hace falta consumirlos en exceso ya que su capacidad para “prevenir” factores de riesgo aparece con cantidades normales de consumo.

Hoy por hoy estoy más convencida que nunca que la comida puede ser tu medicina y que nuestra salud depende de los hábitos que mantenemos a lo largo de los años. Un día no hace ni bien ni mal… el tema son las semanas, los meses y los años de hacer bien o mal las cosas. El tema está en retoma algunos de los hábitos que teníamos hace muchos años en donde comíamos mejor.

Ya se sabe que minerales como calcio, hierro, zinc, fósforo, yodo así como vitaminas y omegas, probióticos y fibra son sustancias funcionales. Ayudan de manera clara a prevenir el riesgo de contraer ciertas patologías y sus efectos secundarios y hay países donde su consumo se ha ido popularizando ya que sus efectos se ven claramente.

Así pues, en el mercado hoy por hoy podemos encontrar cientos de alimentos adicionados o enriquecidos para que las poblaciones especiales (o no) que así lo necesiten puedan consumirlos y los tengan más a la mano.

Con el calcio se busca reducir el riesgo de osteoporosis, el zinc y el hierro apoyan al sistema inmune, los antioxidantes previenen el deterioro celular, el ácido fólico previene daño en bebés recién nacidos y disminuye el riesgo cardiovascular, así como los omegas que ayudan a las células del cerebro, la fibra al tránsito intestinal y modifican la absorción o no de algunos nutrientes. En fin, cada uno tienen muchas funciones. En el caso de los probióticos, son eficientes en mejorar la salud digestiva, el sistema inmune y las diarreas.

Sucede que en nuestro tracto gastrointestinal hay más microorganismos que células en todo nuestro cuerpo y en un solo gramo de nuestro colon pueden existir entre uno y mil billones de bichos, principalmente bacterias. Los probióticos son organismos vivos cuyo objetivo es reforzar la flora bacteriana intestinal, clave en la última etapa de digestión y con la importante función en defensas de nutro organismo contra las infecciones (López M.A.)

¿Cuáles son los alimentos que se pueden considerar como funcionales? Hay muchos. Uno de los de más fácil acceso, riquísimo y que puede tener varios ingredientes adicionados (calcio, vitamina D, fibra, probióticos) es el yogurt, que ha cobrado popularidad gracias a los beneficios comprobables para la salud de quienes lo consumimos. También hay jugos, galletas, panes y cereales, mantequillas y aceites, sal, huevo, embutidos y muchos otros pero mi favorito, sin duda, es el yogurt. Si, así de sencillo… un yogurt puede cambiarte la vida.

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