Negociar con la violencia, actos de machismo y dejar la dignidad por unos cuantos pesos debería estar fuera de toda mente femenina, de toda acción que conlleve a seguir fomentando la violencia de género. Seguir aplastando a las mujeres porque es más conveniente negociar que aplicar la justicia es el primer paso para que sigan los abusos, para que sean pisoteados los derechos, lo peor, para que sigan siendo las mujeres objeto de la violencia que eternamente hemos vivido...

Y que se vive a diario, desde el jefe que por ser mujer automáticamente te desacredita, hasta lo que pasa hoy en los hogares donde sufren de violencia cotidiana.

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Renato

, el futbolista del América , negocia con quien golpeó, mujer que prefiere dinero y asegurar una vida sin escasez en lugar de dignificar al género. Si la violentaron, si abusaron físicamente de ella, debe permanecer fija en la idea de que al agresor se le aplique el rigor de la ley, no solamente hacerlo para buscar dinero, comodidades y evitar escándalos. Pero eso es lejano a la realidad, el escándalo ya está en la mente de todas las mujeres indefensas que han sido violentadas; la diferencia es que la mayoría de ellas han recibido golpes, violaciones y abusos de hombres que no son famosos, ni ricos, con los que no se puede negociar.

Y más ahora que gracias a todos los reflectores y la facilidad de las redes sociales es un poco más sencillo levantar la voz. La violencia ha permeado en todos lados, en las calles, en las escuelas, en el trabajo, incluso en donde uno debería estar más seguro, en casa con tu pareja, con quien elegiste pasar el resto de tus existencia. Las mujeres, pero también toda la sociedad mexicana, hombres, niños, ancianos, ya no aguantamos más violencia, por eso negociar con agresores es una ofensa a todo México.

Debemos erradicarla a como dé lugar, ser los generadores del cambio, no los fomentadores de golpes y violanciones a cambio de dinero, cómo está sucediendo en el caso Renato , porque también debemos ser denunciantes de la violencia, es la única manera de terminar con ella, porque cuando las personas agresoras vivan las consecuencias y se termine con la impunidad, este país será distinto. Así que a todas las que han sido agredidas, denuncien, no negocien.

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Lo más importante de todo es que cuando se atrevan, después, no enfrenten represalias por levantar la voz. México tiene que cambiar, México hoy tiene la oportunidad de unir a un género que siendo mayoría siempre se ha tratado como la eterna minoría en desventaja. Basta, basta de permitir ultrajes, violencia descarada y de recurrir al silencio y a la comodidad.

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