La semana pasada, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) difundió los Informes sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública correspondientes al segundo trimestre de 2023. Se destaca que los ingresos presupuestarios del sector público cayeron 1.6% en términos reales durante el primer semestre del año en comparación con el mismo periodo de 2022, ocasionado en gran parte porque los ingresos petroleros disminuyeron 23.6%, y dentro de estos los de Petróleos Mexicanos (Pemex) bajaron 15.6%, mientras que los que provienen del Gobierno Federal se redujeron 36.6%.

Se informó que en la primera mitad de 2023 los ingresos petroleros bajaron su participación de 18.0% en el mismo periodo del año pasado a 13.9% en los ingresos presupuestarios del sector público. Lejos estamos de las épocas donde llegaron a representar 40% del total a principios del siglo XXI. Recordemos que ante el intento fallido de reforma fiscal en 2001, la administración Fox decidió incrementar la producción desmedidamente apostando prioritariamente a la exportación de petróleo crudo, lo que metió a Pemex en una dinámica de explotación excesiva de los yacimientos, generando el agotamiento prematuro de los pozos y provocando a la larga su desplome.

De los indicadores petroleros que presenta el informe de Finanzas Públicas, se destaca que la plataforma de exportación creció a 979.3 miles de barriles diarios (mbd) en enero-junio de 2023 respecto a 947.8 mbd del mismo periodo del año pasado, por lo que la caída de la factura se debió más bien a la reducción del precio del petróleo que respectivamente fueron 66.6 dólares por barril en comparación a los 90.9, así como a la apreciación del tipo de cambio que reduce los ingresos en pesos.

Cabe comentar que el gobierno federal está tan urgido de ingresos, que la plataforma de exportación fue muy superior a la programada para el primer semestre de 2023 (744.2 mbd), por lo que la caída de los ingresos de Pemex pudo ser mayor. Se había dicho que se reducirían las exportaciones para orientar más la producción a la refinación, lo que no ha sido posible porque las refinerías están más bien diseñadas para procesar petróleo ligero, y en otras la conversión para transformar el pesado no ha sido completada.

Otro aspecto que llama la atención es que la plataforma de petróleo crudo sin condensados cayó de 1,748.3 mdb en el primer semestre de 2022 a 1,660.5 mbd en el de 2023, esto es, 5.4% menos; sin embargo, si se incluyen condensados subió de 1,829 mdb a 1,941.3 mdb. Esto es, ni agregando el hidrocarburo muy ligero que se encuentra en los campos productores de gas, que son los condensados, se llega a los 2,000 mdb y se está muy lejos de la meta de 2,528 mbd.

Pemex informó que: “En el segundo trimestre de 2023, la producción de petrolíferos registró aumento de 2.1% [respecto al 2T 2022) promediando 822 mbd, de los cuales 247 mbd fueron de gasolinas, 137 mbd de diésel, 35 mbd de turbosina y 403 Mbd de otros petrolíferos y gas LP.” Sin embargo, la producción hace un año fue de 257 mbd en gasolina, 156 mdb en diésel y 233 mbd en combustóleo. Esto es, el alza se debe a este componente, que es un producto secundario de la refinación y altamente contaminante, que se vende como combustible para la CFE.

El mes pasado fue de pesadilla para Pemex porque las malas noticias llegaron por oleadas. El 7 de julio ocurrió una fuerte explosión en la plataforma marina Nohoch-A en el complejo productor de Cantarell, dejando un saldo de 2 muertos y miles de barriles derramados en la Sonda de Campeche. Posteriormente, la calificadora Fitch rebajó la calificación crediticia señalando que cada vez eran más frecuentes los accidentes. El 21, Moody’s puso la calificación de la empresa en perspectiva negativa. El gobierno mexicano pretendió minimizar la magnitud del derrame; sin embargo, las fotografías de satélite evidenciaron que era considerable. De hecho en sus reportes cataloga a los accidentes como “incidentes”.

En el transcurso los bonos de Pemex se desplomaron porque había el temor entre los inversionistas de que el gobierno federal no respaldaría la deuda, y no comenzó a repuntar hasta que el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a confirmar las declaraciones previas del director de Pemex, Octavio Romero de que el gobierno federal ayudaría a refinanciar la deuda de la empresa.

Para tranquilizar a los inversionistas en el anuncio del reporte financiero al segundo trimestre, se confirmó que la SHCP le transfirió 64 mil 970 millones de pesos, unos 3 mil 899 millones de dólares durante el primer semestre del año. El apoyo que ha recibido la empresa en la presente administración ha ascendido a casi 50 mil millones de dólares en capitalizaciones, exenciones de impuestos y otras ayudas, esto es, cerca de 770 mil millones de pesos. La deuda financiera de Pemex sumó 110 mil 500 millones de dólares, 2.8 por ciento mayor que la del primer trimestre.

Sin embargo, uno de los temas más espinosos es el de pago a proveedores que de 6 mil millones de dólares se ha disparado a 15 mil millones. Reforma y luego otros medios como Bloomberg destacaron que ello ha generado una ola de corrupción. La falta de pago a proveedores o su retraso está arrastrando a la quiebra a pequeñas y medianas empresas.

Analistas y calificadoras han señalado que la falta de mantenimiento ha sido la causa de que se hayan registrado más accidentes, pero también podrían haber sido ocasionados por la insistencia de acelerar la producción, cuando las condiciones no lo permiten.

Desde que se presentó el reporte ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos el 28 de abril pasado, conocido como la Forma 20-F, se destaca que Pemex tenía un calendario de vencimientos muy complicado entre 2023 y 2025. Se reconocía que la declinación de las reservas y la producción podrían afectar los resultados de operación y las condiciones financieras. Se recordaba que sus obligaciones financieras no están garantizadas por el gobierno mexicano. Esto explica porque salen a colocar deuda por su cuenta, aunque sea mucho más costosa que la federal. En ese sentido, valdría la pena considerar la modificación del marco normativo.

En conclusión, el gobierno federal no puede desentenderse de Pemex, como ingenuamente han propuesto algunos columnistas; pero tampoco se debe seguirle aportando recursos sin una supervisión más estricta de la SHCP y del Congreso, porque se ha convertido en un barril sin fondo. Resultó significativo que sus bonos se recuperaran, cuando el gobierno afirmó que ayudaría a renegociar su deuda.

ADENDA

1) La baja de la calificación soberana por parte de la calificadora Fitch de Estados Unidos del grado AAA a AA+ con el argumento de erosión de la gobernanza, suena un poco absurdo si lo comparamos con una decisión similar que tomó en 2011 Standard & Poor’s, considerando que en aquella ocasión no se pusieron de acuerdo con elevar el techo del endeudamiento el Ejecutivo y el Congreso, y en esta ocasión sí. Moody’s es la única de las tres grandes calificadoras que mantiene el rango más elevado

2) Mañana se reportan los datos de empleo de julio en Estados Unidos. Puede haber reacciones importantes en los mercados.

Profesor de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN

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