El 7 de febrero de 1992, los estados-miembro de las comunidades europeas hasta ese momento formadas (Comunidad Europea del Carbón y del Acero, Comunidad Económica Europea y Comunidad Europea de Energía Atómica) firmaron el Tratado de Maastricht, que entró en vigor el 1 de noviembre de 1993, estableciendo así a la Unión Europea (UE). Han pasado 30 años de ese acontecimiento, lo que nos invita a reflexionar en torno a la acción y retos que presenta este conglomerado europeo de naciones.
Sin duda, el establecimiento de la UE hace tres décadas marcó un parteaguas en el globo y en las relaciones internacionales. Su mera existencia ha sido un ejemplo exitoso como proceso de regionalización e integración, y a raíz del Tratado de Lisboa, que creó varias instituciones centrales para la operación y conducción de la política en el conglomerado europeo de naciones; ha sido una muestra evidente de gobernanza regional.
De la misma manera, la creación de un mercado común que ha permitido la cooperación interna de los estados-miembro ha sido redituable para fortalecer la economía “doméstica”, pero también para competir al paso del tiempo con países y otros bloques y alianzas comerciales. Asimismo, la introducción y avance en el uso del euro como moneda en común en gran parte de la UE ilustra lo profundo que ha sido el proceso de regionalización e integración europea en lo económico, financiero y social.
Todo esto, y más, le ha permitido una incidencia relevante en el sistema internacional en múltiples formas, una de ellas como poder normativo, impulsando en el globo una base para la regulación en diversas áreas, como la comercial, fomentando la gobernanza global. De la misma manera, también ha mantenido una relación directa con la promoción y procuración de los Derechos Humanos en la región y el mundo, como se ha visto en el Consejo de Europa, la Convención de Estambul y en foros internacionales, como el G20.
Otro espacio de incidencia es la cooperación doméstica e internacional que conduce en una variedad de áreas y a través de proyectos específicos. Uno de ellos es el Pacto Verde Europeo, cuya incidencia recaería al interior, pero también al exterior de la UE. Un segundo de enorme relevancia para el globo es el proyecto Global Gateway, originado en la actual administración de la Comisión Europea y que tiene por objetivo una inversión estratosférica en los sectores digital, energético y de transporte sobre todo en las regiones de África, Asia y el Pacífico, y América Latina y el Caribe para mejorar la conectividad y los sistemas de salud, educación e investigación, entre otros beneficios.
Hay varias áreas de incidencia de la UE en sus 30 años de existencia. Sin embargo, también presenta varios retos, tanto domésticos, como hacia el exterior. Uno interno muy conocido es la amenaza del separatismo que sigue latente en algunos países más que en otros. Es claro que puede haber ideas disidentes de la integración europea, sobre todo por recuperar la soberanía total de los países, pero en la medida en que se conciba que hay más beneficios que costos en la cooperación y regionalización, las intenciones separatistas pueden disiparse.
Por otro lado, el escenario internacional también presenta retos. Claramente, la guerra de Rusia y Ucrania sería uno y muy importante por el riesgo que significa una victoria rusa en territorio ucraniano y el recurso que ha comprometido Bruselas para Kiev en este conflicto. Un segundo reto es el ascenso de China. Es evidente que la UE busca espacios de cooperación con países y bloques, no obstante, la competencia comercial y normativa en varias áreas que ha emanado de Beijing ha obstaculizado la colaboración conjunta. Y un tercer reto imponente hoy en día es la crisis entre Israel y la Franja de Gaza. Varios líderes europeos se han manifestado, sin embargo, la acción de Bruselas debe ser más contundente para atender a uno de sus principios fundamentales, que es la defensa de los Derechos Humanos.
La UE ha mostrado una acción significativa en sus 30 años de existencia que le ha permitido ser un actor relevante en el panorama internacional. No obstante, también reconoce desafíos que deberá afrontar para seguir consolidando su posición, integración, operación, incidencia y ejemplo de gobernanza regional para mejorar su cooperación y continuar colaborando de manera asertiva con otros agentes en el globo.
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)