Los programas vigentes no alcanzan para afrontar la magnitud de la crisis. Hemos insistido en que falta un ingreso mínimo de emergencia para quienes han ido perdiendo la posibilidad de ganar algo con su trabajo y cada día se acumula más evidencia que demuestra la urgencia de establecer ese respaldo vital temporal.

Desde la segunda quincena de marzo, Nosotrxs publicó (Notas sobre posibles salidas a la crisis, en www.nosotrxs.org), que “a la emergencia de salud nacional se suman los problemas asociados al mercado laboral mexicano (…). De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, el 14.8% de la población económicamente activa recibe sus ingresos de lo que trabaja al día, el 36% de lo que trabaja a la semana y el 18% de lo que trabaja cada quince días o por mes (ENOE, II 2019)”.

Sobre esa base, propusimos: “la redistribución urgente de ingresos por medio de transferencias directas no condicionadas, a los grupos en situación de mayor vulnerabilidad por la pérdida de ingreso, para garantizar el acceso a la canasta básica alimentaria. Aconsejamos identificar, en el Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones del Inegi, así como en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo y la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, las ocupaciones más vulnerables. Entre algunas de ellas: trabajadores de la construcción (5.8 millones-mdt), conductores y choferes de carga o pasajeros (6.3 mdt), trabajadoras del hogar (2.4 mdt), vigilantes y guardias de establecimientos (2 mdt), cientos de miles de trabajadores de plataformas digitales que aún no entran en las estadísticas oficiales y millones de personas que trabajan en el comercio formal e informal, así como establecer un protocolo de transferencia no condicionada de recursos para destinar montos específicos a esos grupos, durante la crisis”.

El 30 de marzo, el Consejo Asesor y la Comisión Ejecutiva de Nosotrxs (es decir, Cuauhtémoc Cárdenas, Clara Jusidman, Jean Meyer, José Ramón Cossío, Luis Raúl González Pérez, Marta Lamas, Rosa María Seco y Silvia Molina, así como Alejandro González, Aram Barra, Eunice Rendón, Haydée Pérez Garrido, Jesús Rodríguez Zepeda, Jorge Javier Romero, Lisa Sánchez, Lourdes Morales y Luis Fernando Fernández) enviamos una carta al presidente López Obrador para “formular, respetuosamente, algunas consideraciones para contribuir a la atención de la emergencia” y, entre ellas, “prever medios de rescate y apoyo económico a las poblaciones más vulnerables que resulten afectadas por la pandemia”. No hubo respuesta.

Pero al principio de mayo, un grupo de ciento veinte diputados federales, animados por cuatro legisladoras de distintos partidos (Lorena Villavicencio, Marta Tagle, Laura Rojas y Verónica Juárez), hicieron suyo ese planteamiento y decidieron llevarlo como un punto de acuerdo para conminar al Poder Ejecutivo federal a establecer ese ingreso vital, lo más pronto posible. Por su parte, el Consejo y la Ejecutiva de Nosotrxs se reunieron otra vez el 13 de mayo, para expresar su respaldo a las y los legisladores que están promoviendo ese exhorto y, al día siguiente, aceptaron también la invitación de Movimiento Ciudadano para discutir la iniciativa de ley que ese partido está preparando en el Senado de la República. En estas semanas, además, se han sumado ya decenas de organizaciones de la sociedad civil a favor del ingreso vital de emergencia (a través de www.ingresovital.org) y, por si fuera poco, en los últimos días se añadieron a la propuesta dos voces potentes: la del Coneval y la de Cepal.

¿Alguien sabe qué más se necesita para persuadir al presidente de México sobre la urgencia de tomar esa decisión? Mientras sigue pasando el tiempo, hay millones de personas que necesitan ese respaldo para huir de la pobreza y de la pobreza extrema. Por el bien de todos, primero los pobres.

Investigador del CIDE

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