Ahora que finalmente inician las campañas políticas del proceso electoral 2023 – 2024, este 1 de marzo, me queda claro que el Instituto Federal Electoral (INE) -único guardián de la democracia- requiere de algunos ajustes importantes, tanto políticos, como técnicos y administrativos, que den mayor certeza no sólo a la jornada del 2 de junio próximo, donde poco más de 98 millones de mexicanos y mexicanas depositarán su voto para elegir a más de 20 mil servidores públicos, sino fortalezcan a la señora democracia -hoy en plena madurez emocional y política- para próximos comicios.

Asechada en su juventud por propios y extraños (PRIAN), la señora democracia fue violada en dos ocasiones, con sendos fraudes electorales (1988 y 2006), por aquellos que hoy se declaran defensores y paladines de ella, en una especie de síndrome de Estocolmo reversible. Igualmente, la inexperta señora democracia fue burlada en el año 2000 con el cuento de la ansiada alternancia por los mismos sujetos que hoy se dicen víctimas de una dictadura, es decir, de una mayoría que perdieron en el último gobierno del PRIAN en 2018.

Asimismo, en los últimos años, el guardián de la democracia faltó a su principio fundamental de neutralidad, cuando el entonces presidente guiñó el ojo a la derechiza, de la que hoy sabemos, se ha destapado para el 2030, ante una multitud rosada que él cree lo idolatra, convirtiéndolo en otro infractor, al adelantar su acto de campaña por casi 6 años. El colmo.

La derrota anticipada de la candidata opositora -a la que seguramente detesta y denigra en voz baja, pues no es de su clase ni linaje- ha obligado al sacrificio del noble Lorenzo por el bien del reino.

Lo primero por decir es que el INE y su nueva presidenta deben dejar atrás todo vestigio Lorenzino, tanto al exterior, pero sobre todo a su interior, que recuerde toda esa etapa cuando el organismo se aburguesó, en el sentido de convertirse en una institución de altos salarios, mejores prestaciones, privilegios y un alto presupuesto, que lo hizo ser uno de los órganos electorales más caros del mundo. Hasta el voto de los ciudadanos se convirtió igual, en el más caro. Claro, esos recursos fueron suficientes también para mantener un servicio profesional de carrera, del que depende la labor técnica del instituto, base de su razón de ser.

Baste ver el Plan Integral y Calendario del Proceso Electoral Federal (PIyCPEF) que describe todas las acciones a realizar, antes, durante y después de la elección federal.

Lo segundo, es la necesidad de aprobar todos los nombramientos pendientes del INE que, por diferentes razones, no se han realizado. Es fundamental que la nueva presidenta tenga plena confianza en su gente y, sobre todo, en los funcionarios con experiencia, que saben cómo superar las adversidades. El objetivo es blindar la elección por dentro y por fuera, si consideramos que la derechiza buscará la forma de -ya decidida la elección presidencial- ensuciar la jornada electoral, especialmente a nivel federal.

Tercero, especial atención deberá darse a los distintos grupos de observadores internacionales, particularmente a la Organización de Estados Americanos (OEA), principal desestabilizador de gobiernos de izquierda – como pasó en Bolivia hace un par de años- y la Unión Europea (UE), que normalmente coquetea con la derechiza de la región, a fin de que la señora democracia se vuelva una mujer conservadora y recatada.

Cuarto, ya será labor del Tribunal Electoral determinar la procedencia o no de todos los recursos de inconformidad e impugnaciones de los partidos políticos, a fin de limpiar la elección y ratificar los triunfos. Igualmente, el tema de la violencia escapa a sus obligaciones, aunque deberá contribuir con las autoridades de seguridad y, especialmente, con los órganos locales electorales, para proteger a los candidatos, teniendo como referencia que la mayoría de los cerca de 100 asesinatos ocurridos en 2021 se realizaron en el ámbito local.

Finalmente, me parece que el INE -actuando bajo sus pilares técnicos- no tendrá ningún problema para garantizar el éxito de la elección. Si, por el contrario, el INE busca algún protagonismo político, será inmediatamente increpado por la sociedad, la cual estará atenta a cualquier intento de manipulación de la voluntad popular, venga de donde venga. Lo mejor que puede pasarle a la señora democracia es su transparencia y consolidación.

Cumplida su labor, el INE tendrá algunas cuentas pendientes por saldar para los siguientes comicios:

Uno, quitar todo prefijo a la palabra “campaña” -precampaña e intercampaña- y redefinir claramente las fases y los tiempos de cada parte del proceso electoral, pues ha quedado en evidencia que, ante la falta de

claridad, cualquiera puede faltarle el respeto a la señora democracia, como lo han hecho casi todos los partidos políticos en esta contienda, al anticiparse a los tiempos electorales. Es fundamental que el INE, junto a los partidos, establezcan un periodo y un proceso común de elecciones internas, donde los colectivos escojan a sus candidatos -digamos- 3 o 6 meses antes del año electoral, a fin de que las campañas den inicio precisamente al principio del siguiente año.

Dos, el INE tiene que afinar sus dientes y aplicar al pie de la letra las sanciones que correspondan a los infractores, a fin de que la señora democracia camine segura por las calles, sin piropos ofensivos, sin chantajes y, sobre todo, cuidada por los ciudadanos, especialmente por aquellos que son parte de la nueva mayoría que la empujó hacia la verdadera alternancia y transición política, entendida no sólo como una forma de gobierno, sino como una forma de vida que hay que procurar todo el tiempo y lugar. Y esto no sólo va dirigido hacia los partidos, sino también a los medios de comunicación que, últimamente, se han convertido en instrumentos de desinformación, campañas negras y noticias falsas.

Tres, como guardián de la democracia, el INE debe velar también por el equilibrio político y aportar toda su experiencia sobre la composición de los poderes, aunque no tenga voto en ello, pues siempre serán bienvenidas las voces y las opiniones autorizadas. Seguramente, en todos estos años el INE ha acumulado un sinfín de experiencias de otros países y órganos electorales que podrán servir a los partidos para la toma de decisiones políticas.

Si queremos una señora democracia madura, atractiva, eficaz, inteligente y base de nuestras vidas, entonces cuidémosla; no dejemos que los de antes la vuelvan a violar, irrespetar, ofender o burlar. Tampoco permitamos que se tome de bandera por intereses políticos personales o de grupo. Menos tomarla como propiedad de los gobiernos en turno.

Nuestra señora la democracia es de todos en plural y de nadie en particular, pues no tiene dueños.

Politólogo y exdiplomático

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS