Las potencias del mundo compiten con todos sus recursos en la carrera digital, una lucha comparable a la armamentística y la espacial.

La meta de los países como Singapur, Sur Corea o Estonia, que fortalecen y desarrollan esas aptitudes “virtuales”, es estructurar una aldea global, una única moneda mundial, un lenguaje universal.

En una carrera en la que hay muchas reglas escritas, pero más aún, no escritas, yace la oportunidad de México para dar el gran salto, una epopeya del tamaño de la que logró Dick Fosbury, para formar parte de algo más grande.

Habitamos un momento único en la historia de la humanidad, un nuevo cambio de paradigma que se gesta desde los ordenadores cuánticos, el análisis de datos o Big Data, el Blockchain, la Inteligencia Artificial y el código abierto. Parece irreal o inalcanzable, pero, vamos, Roma no cambió en un día.

Lo que enfrentamos en la era digital es ya una guerra silenciosa, pero estamos en el momento preciso de ser parte de este ajedrez mundial, el alfil derecho del rey es la ciencia, que genera conocimiento como la divisa más valiosa del mundo.

Nuestras torres son las inversiones que podamos perfilar de otras partes del mundo, en este caso, quisiera considerar la de Oriente Medio, esos petrodólares que buscan convertirse en algo más valioso.

Como los caballos en el tablero, tenemos que dar saltos en función de nuestra visión y objetivos, pero dejando atrás la burocracia, la corrupción y los despropósitos.

En esta guerra secreta y silenciosa Estados Unidos está confrontado con China, Rusia, Australia y la Unión Europea y México, de una u otra forma debe sumarse a esa batalla estratégica para poner en jaque las formas tradicionales, pero anquilosadas, de generar riqueza. Existe una resistencia al cambio de algunas naciones del orbe.

Hoy los tratados medioambientales están más que nunca en riesgo; y la economía mundial comenzará un nuevo ciclo de inflación por la caída de los mercados de hidrocarburos. Lo peor es que ya no existen amortiguadores.

Este ciclo golpeará a los mas débiles y beneficiará a todos aquellos que basen su moneda y decisiones en sistemas de Blockchain e inteligencia artificial. Esta conexión, tan democrática como segura y confiable, es la oportunidad de México para evolucionar.

A través de su historia, México destaca por la calidad de sus relaciones internacionales, siempre en el correcto espacio temporal de negociación, conversación y diplomacia.

Es urgente reaccionar, evolucionar y emerger como una potencia que resguarde nuevos proyectos de ciencia, tecnología, innovación, análisis y ejecución de decisiones y diplomacia científica.

Recordemos que desde nuestra cultura milenaria llevamos en la sangre el espíritu de la ciencia, con los Mayas como los grandiosos astrónomos que fueron o los Aztecas con las técnicas de cultivo más avanzadas del mundo. Nuestra historia y tradición es ciencia y cultura.

Los mexicanos tenemos el mayor número de tratados económicos-exportación del mundo; 14 comerciales internacionales vigentes, pero el firmado con Estados Unidos y Canadá es el más amplio y antiguo.

Pero México debe ampliar sus mercados a naciones de difícil acceso como las de Asia y Medio Oriente, no sólo a través de los sistemas de producción tradicionales, es necesario fortalecer y enriquecer las capacidades digitales de los niños desde edades tempranas.

La realidad es que los mexicanos tenemos una de las capacidades diplomáticas más y mejor desarrolladas del mundo, y debemos aprovechar esa habilidad.

Durante 6 meses, los Emiratos Árabes Unidos abren sus puertas y México puede aprovechar sus capacidades para la búsqueda de oportunidades en la Expo 2020 Dubái, un escaparate que nos llama a unirnos a la creación de un nuevo mundo a través de la genialidad y el progreso humano.

Desde el país participan Yucatán, Estado de México, Oaxaca e Hidalgo, cada uno con sus vocaciones y talentos, pero lo cierto es que, por sus proyectos y visión prospectiva, Hidalgo se puede convertir en el punto partida de la nueva ciencia en México, a través de desarrollo exponencial de las inversiones captadas desde el “Escaparate más grande del mundo” que reunirá a millones de personas de todas las latitudes de nuestro planeta.

En Hidalgo tenemos todas las herramientas; el conocimiento, el respaldo de la comunidad científica nacional e internacional, las relaciones políticas, la capacidad de gestión, pero, sobre todo, un espíritu inquebrantable por forjar un futuro mejor para todos.

Más allá de la entidad federativa, Hidalgo acude a este encuentro con una misión a nombre de todos los mexicanos, del bienestar de los jóvenes, de la salud de los más pequeños, una misión que representa a todo el país como un primer paso al futuro próximo, uno más brillante y prometedor.

Charles Bukowski dijo que la suerte no es arbitraria, en sus palabras “la suerte es haberte perfeccionado por años en una habilidad, tu talento es el 5%, tu disciplina es el 95%, hasta que un día, llega el momento preciso y la gente correcta mirándote para demostrar de lo que eres capaz.”

Para México, en el contexto mundial, nunca ha existido mejor momento que este. Porque por todos nosotros y las próximas generaciones, como el Perseverance que llegó y permanece en Marte, nos debemos atrever a hacer cosas grandiosas.

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