Abrir una empresa en México y realmente en todo el mundo siempre ha sido riesgoso. Por supuesto, en medio de la crisis actual, estos riesgos tristemente se materializarán en el cierre de muchas de ellas, en la pérdida de empleos y en la falta de ingresos de muchas familias. Según datos de Inegi, una empresa que se apertura tiene una esperanza de vida de 7.8 años, durante el primer año de operaciones, tres de cada 10 cerrarán. Por supuesto, esto se agravará por la presente contingencia sanitaria y sus efectos en las ventas e ingresos, además, recordemos que casi 77 de cada 100 empleos se generan en las pymes.

A lo largo de 50 años de operaciones, en Consultores Internacionales, S.C. hemos tenido oportunidad de trabajar con empresas de diferentes tamaños y de giros diversos, por lo que conocemos las características de las empresas mexicanas.

El nivel de profesionalización es quizá el principal diferenciador entre las grandes empresas de capital nacional e internacional, respecto de medianas y pequeñas. Ciertamente, hay excepciones, sin embargo, si bien prácticamente todas cuentan con grandes capacidades para producir los bienes y los servicios para los cuales fue destinada, hemos observado que en materia de procesos, de planeación administrativa y financiera del negocio muestran importantes áreas de oportunidad.

En lo general, las empresas pequeñas y medianas en México, inician sin hacer un plan de negocios y sin hacer una correcta evaluación de los riesgos inherentes a su operación y aquellos que son externos, por lo que son incapaces de hacer planes de previsión y de contingencia.

En condiciones, que pudiéramos llamar “normales”, muchos empresarios prescinden de ejecutar mejoras en áreas que no son parte de su corebusiness principalmente por el costo que implica, muchas veces sin tener consideración de los beneficios que esto implica.

Las empresas enfrentan hoy en día, por efectos de la crisis sanitaria, una fuerte crisis de liquidez, es decir, dada la imposibilidad de muchas de ellas de vender y hacerse de ingresos, no pueden cumplir con sus obligaciones de pago y compromisos financieros en el corto plazo, lo que rápidamente se está convirtiendo en una crisis de solvencia.

Por supuesto, es imperativo que el sector financiero mexicano continúe apoyando a las empresas, con créditos, con la flexibilización en los cobros, con condiciones menos duras y costosas, esto permitirá a aquellas que cumplan con sus criterios hacerse de liquidez, en este caso tan vital como el oxígeno. Es importante que las empresas evalúen sus opciones, generen planes para mantener su flujo de efectivo tanto como sea posible y que se hagan de los servicios de expertos. En nuestra experiencia, uno de los errores más comunes de las empresas es dejar la toma de decisiones a personas sin la capacidad y la preparación adecuada.

Sin embargo, no es lo único que está orillando a las empresas a cerrar las cortinas, en muchos de los casos, se debe también a la falta de flexibilidad para operar en condiciones como la actual. Es cierto, hay productos y servicios que simplemente es imposible cambiar la forma en que se ofrecen, como una barbería, un hotel o la producción en una línea de ensamble. Sin embargo, en muchos otros casos las empresas que están logrando mantenerse, son aquellas que tuvieron la capacidad de transformarse o agregar elementos dinámicos a su operación. El uso de la tecnología, de mecanismos de comercialización como el e-commerce, de la nube, las redes sociales y otras plataformas y servicios disponibles a bajo costo, han permitido ampliar las posibilidades de operación de muchas empresas en todo el mundo.

Otra de las características que hemos observado es la complicación que tienen las PyMEs para integrarse a la cadena de proveeduría de grandes empresas demandantes, las razones son muchas, van desde la dificultad de los requisitos, la incapacidad de cumplir con las cantidades solicitadas, hasta la imposibilidad de soportar pagos a 60 o 90 días. Por supuesto, en momentos como estos, será importante que las grandes empresas sean flexibles y apoyen al desarrollo de proveedores locales rápidamente.

Al final, todos tenemos responsabilidades en el gran concierto económico de nuestro País, ha quedado claro que en el corto plazo habrá pocos apoyos públicos para las empresas y que en su caso, serán insuficientes. Tendremos que aportar desde nuestras posibilidades a la supervivencia de nuestras empresas, consumiendo en pequeños negocios locales, haciendo compras a futuro y por supuesto, como ya lo hemos dicho, recurriendo a los expertos.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C. 

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