¡Qué monserga la nueva tendencia de documentales mediáticos (esta vez de tres episodios) que ha congregado como nunca, a través de Netflix, a los usuarios de las redes sociales que, al parecer, no tienen otra cosa que perder miserablemente el tiempo, siguiendo un juicio previsible de celebridades (y Amber Heard) que lo que menos querían es hacer las paces, luego de que rechazaron toda clase de arreglos extra judiciales y financieros.

Cientos de miles de streamers en las redes siguieron los dimes y diretes, tomando posiciones encontradas y dando opiniones sin ton ni son que, la verdad, no le interesan ni a su familia en un protagonismo de lo más idiota.

Algunas redes como YouTube y Twitch transmitieron en tiempo real lo maloso que es Depp, y lo tonta que resultó Amber, atizado por el fuego de redes vomitivas y tendenciosas como TikTok.

No hay imparcialidad en esta relación toxica, más que un afán de superioridad prepotente (Depp) y una sumisión de pena ajena (Heard) en este tongo de difamación dirigido por Emma Cooper, que se alió con varios youtubers de pacotilla para justifica eso de “opinión pública” en un juicio donde nunca perdió la delantera Johnny Depp, que intuía el desenlace del montaje. Todas sus grandes dotes de actuación están ahí, al servicio de sus muchos seguidores, que querían verlo con el cheque de 50 millones de dólares que reclamaba Ed Wood y "El joven manos de tijera" por difamación, a causa de un artículo que escribió Amber, acusándolo de que era una figura publica abusadora en el estrato doméstico.

Casi se suben al estrado “analistas” de TikTok, influencers emergentes y líderes de opinión de redes, en donde no resulta nada complejo ver quiénes son los más tontos, que sólo buscan una notoriedad momentánea y olvidable en temas que no valen un cacahuate.

Heard "se manchó", según muchos amigos de Johnny, al acusarlo abiertamente de consumir cocaína y empinar el codo más de lo debido en un día. Depp, por su parte, se dedicó a decir que era una víctima más de la violencia doméstica. Además, estaba muy molesto porque Disney le había cancelado un contrato de 22.5 millones de dólares, por su participación en “Piratas del Caribe 6”. Todo el mundo se volvió experto o autoridad en el caso de violencia doméstica, incluyendo doctores, que dieron el diagnóstico clínico de la situación.

Al final, Depp se acogió a la enmienda de “Sírvase con la cuchara grande” y fue recompensado en su dolor, con 10 millones de dólares por daños compensatorios y 5 por daños punitivos en la rebatinga judicial, a Heard sólo le tocaron 2 milloncitos y manifestó sentirse muy mal porque una montaña de evidencias no sirvió para nada.

No hay mal que por rocanrol no venga, Johnny Depp se montó en gira con su banda The Hollywood Vampires y nunca más volvió a sufrir de esa violencia doméstica que tanto revuelo levantó en Internet.

Total, que el caso de difamación, por circunscribirse a Hollywood, se volvió un circo mediático con cualquier bufón que quisiera integrarse por medio de las redes sociales y participar en un show enloquecido de guerra de personalidades bajadas a la mediocridad. Nadie sabe en qué redes termina y con cuantos asnos de seguidores.

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