Como sucede cada año, la historia se vuelve a repetir. Por enésima ocasión el gobierno federal enfrenta el reto de atender desastres naturales que, por su magnitud, rebasan por completo las capacidades de respuesta de cualquier autoridad local. Este año está siendo particularmente complicado. Muchos ríos se han desbordado debido a la gran cantidad de lluvias que se han presentado, muy superiores a las que ordinariamente ocurren en esta temporada en nuestro país. Inundaciones que, además de la pérdida de vidas humanas, han ocasionado que infinidad de familias pierdan su patrimonio construido con mucho esfuerzo a lo largo de una vida. Ecatepec, Tula, Tlalnepantla, etc. Por si fuera poco, el gobierno actual decidió hace un año terminar con el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), que durante muchos años sirvió para responder con rapidez a cualquier desastre natural.

Lamentablemente, lo que estamos viviendo en la actualidad no son ya fenómenos inusuales. Según la comunidad científica, el cambio climático está y seguirá generando un incremento en la intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. Esto, definitivamente, no es una buena noticia para México. Las fuertes lluvias que estamos viviendo han dejado claro que los gobiernos federal, estatal y municipal no tuvieron la capacidad para responder a tiempo a fin de salvaguardar la seguridad y atender a los miles de habitantes damnificados, ¿podemos confiar en que se están tomando las medidas para enfrentar los retos que vienen en las próximas décadas a consecuencia del cambio climático? Difícilmente.

Por eso considero que es necesario revisar y fortalecer permanentemente nuestra cultura de protección civil. En particular, es indispensable comenzar a desenredar la densa maraña de corrupción e intereses que, aunados al crecimiento de la población, han convertido a las ciudades mexicanas en una colección de colonias que aparecen y se expanden sin planeación y control. La falta de infraestructura adecuada para atender estos fenómenos debe atenderse con una visión de largo plazo y debe involucrar a instancias estatales y municipales como las primeras obligadas a responder a las necesidades de la gente. Y, desde luego, debe fortalecerse al máximo las capacidades de respuesta del gobierno federal para atender las contingencias. Se debería retomar el tema de FONDEN.

Si de algo podemos estar seguros es de que las contingencias se van a seguir presentando. Hoy mismo, muchas regiones de nuestro país viven situaciones apremiantes. Ciudades como Tequisquiapan, Tula y algunas otras, se encuentran inundadas. Las lluvias sin precedente que hemos tenido en las últimas semanas tienen a muchos ríos a tope o, desbordándose; muchas de las presas del país, se encuentran a su máxima capacidad y están a punto del desborde también. Y, por lo que sabemos, es previsible que sigan las lluvias intensas.

Han pasado ya 36 años desde que México vivió el peor desastre natural de su historia moderna, los sismos de 1985. No debemos esperar a sufrir otras tragedias para darnos cuenta de que tenemos que hacer mucho para prevenir y responder ante los retos que la naturaleza nos seguirá planteando en los años por venir.

Abogado.
@jglezmorfin

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