Un nuevo temperamento. Como escala previa a la renovación de poderes del siguiente año, el 2023 de hoy equivale al 1987 en que Porfirio Muñoz Ledo vio agotada su carrera política en el sistema político de entonces. Allí irrumpió, con Cuauhtémoc Cárdenas y Rodolfo González Guevara, entre otras personalidades, en un nuevo escenario y con un nuevo temperamento: una nueva forma de ser y de actuar en política, contrastante con la del silencio, la inmovilidad y la resignación que hasta entonces les impuso el poder presidencial. Aquel cambio de temperamento cundió en un México ciudadano golpeado por la década perdida de 1980. Y su éxito se tradujo en la transición de México a una democracia con elecciones confiables y equitativas, un órgano electoral autónomo del Ejecutivo y, con ello, al paso de un sistema de partido hegemónico a uno de alternancia de los partidos en el poder.

Encrucijadas críticas. Importante, sin duda, el papel del individuo en la historia. Pero también influyen con fuerza las condiciones del entorno. Y con las profundas diferencias entre el país de hace 36 años y el de hoy, las vivencias actuales, en cotejo con los recuerdos removidos por la muerte, conducen a emparejar los dos Méxicos en vilo: en la incertidumbre y la intranquilidad, frente a encrucijadas críticas. En 1987, ante la bancarrota del país, el régimen le abría paso a un cambio de paradigma económico que conmovía los cimientos ideológicos del estado posrevolucionario y del entonces partido oficial. Y ante la fractura del partido oficial, el régimen asumía el cambio de paradigma operado en la sociedad, con las reformas de la década de 1990, que condujeron la alternancia y a la generación de una serie de contrapesos al absolutismo presidencial. En contraste, en 2023, la inquietud ciudadana tiene más bien un carácter de resistencia y un propósito de contención a los nuevos cambios de paradigma puestos en curso por el régimen actual, ahora en sentido inverso a los operados en las pasadas tres décadas. Entre ellos, la ampliación de márgenes de discrecionalidad oficial sin precedentes históricos ni constitucionales frente a los agentes económicos; la sumisión de la autoridad electoral al Ejecutivo para así asegurar el dominio del nuevo partido oficial en la Presidencia y en las cámaras del Congreso, y la eliminación de los restantes órganos constitucionales autónomos para reconcentrar sus funciones y decisiones en un Ejecutivo incontrastable.

Países en vilo. Las condiciones del México en vilo de 1987 aportaron el combustible para el avance de la Corriente Democrática, pensada por Muñoz Ledo como corriente de opinión y convertida en vehículo de movilización política. Entre esas condiciones, ruinosas devaluaciones, inflación de tres dígitos, un terremoto devastador y la suspensión de pagos del país. Mientras en el México en vilo de 2023 el Frente Amplio por México se presenta como respuesta y remedio a la ingobernabilidad generada por una política criminal sesgada —cómplice de las bandas criminales, sostenía Muñoz Ledo— que esta semana registra un desbordamiento de la violencia: toma de la capital de Guerrero, atentado estilo terrorista en la capital del Edomex y un ataque con explosivos lanzados desde drones en Michoacán, además del estallido de un par de coches bomba. Más los saldos negativos previsibles en economía y los pavorosos en salud y educación, más los fiascos de las obras insignia del régimen.

Pregunta. La Corriente Democrática de 1987 propugnaba el cambio político, logrado la década siguiente con su legado de estabilidad, paz y civilidad. Pero se oponía al cambio de paradigma económico, que también se implantó enseguida y mantiene a flote al país. La pregunta es: ¿Logrará el Frente Amplio por México conjurar el proyecto oficial de revertirlos?

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