En una medida que claramente tiene el objeto de presionar a las aerolíneas para mudar sus vuelos al desolado Aeropuerto Felipe Ángeles AIFA, el gobierno federal ordenó la disminución del tope de operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México AICM de 52 a 43 por hora.

En octubre del año pasado, ya se había reducido el tope de 61 a 52 operaciones, por lo que la nueva medida implica eliminar casi 30% de los despegues y aterrizajes que tenía el AICM a principios de 2022.

La situación tiene inconformes a aerolíneas, sindicatos y representantes del sector privado, quienes aseguran que fueron engañados por la autoridad. Afirman que para la reducción de operaciones del año pasado, el gobierno aseguró que la medida sólo sería temporal mientras el AICM realizaba obras para mejorar las instalaciones.

Las aerolíneas advierten que la limitación de operaciones provocará una cancelación masiva de vuelos, afectando a pasajeros que ya tienen boletos adquiridos y a inversionistas del sector.

Además, especialistas en el tema aseguran que la medida podría traer graves consecuencias para México, ya que las aerolíneas canadienses y estadounidenses podrían recurrir a sus respectivos gobiernos para que se soliciten consultas en el marco del T-MEC, ya que se incumple el tratado comercial al limitarse el libre mercado.

La Agencia Federal de Aviación Civil AFAC, argumenta que el AICM mantiene condiciones de saturación en sus dos terminales, y que ello implica un riesgo para usuarios y para la seguridad nacional.

El presidente fue más allá, afirma que la decisión obedece a 'una recomendación de Protección Civil', pero no explica quién hace la recomendación ni en qué consiste.

López Obrador omite que en 2018, luego de cancelar la obra del NAICM en Texcoco, prometió terminar con el problema de saturación en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, para ello presentó un plan de Sistema Aeroportuario Metropolitano del Valle de México.

Así, el presidente anunció que su proyecto de Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles constaría de tres pistas, que su gobierno compraría el 49% del Aeropuerto Internacional de Toluca para luego remodelarlo y ampliarlo, que construiría una Terminal 3 en el AICM y que conectaría los tres aeropuertos a través de un tren de alta velocidad; incluso, se aventuró a anunciar que en un futuro buscaría la construcción de otro aeropuerto en Tizayuca Hidalgo.

Pero nada de lo prometido sucedió. Hoy el AIFA sólo tiene una pista, la compra del aeropuerto de Toluca quedó en promesa y el proyecto de Terminal 3 fue cancelado sin explicación alguna.

Si el presidente hubiera cumplido a cabalidad con todo lo que él mismo se comprometió a realizar, hoy no habría saturación ni se estaría cayendo a pedazos el AICM. Mejor aún, si López Obrador no hubiera cancelado el NAIM por un capricho ideológico, hoy tendríamos un hub aeroportuario moderno y con capacidad de sobra.

En lugar de resolver la saturación en el aeropuerto, el presidente prefiere dar un golpe de autoridad forzando a las aerolíneas a volar desde su AIFA, aeropuerto que está destinado al fracaso en tanto no se resuelvan sus enormes problemas de movilidad y conectividad.

La reducción de operaciones en el aeropuerto hará que suban los precios, dificultará las conexiones y afectará al turismo, pero eso no le importa a López Obrador. Como todo en este sexenio, ha salido más caro el remedio que la enfermedad.

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