La publicación de los resultados del Programa de Evaluación de Estudiantes Internacionales (PISA por sus siglas en inglés) por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la semana pasada, ha provocado una avalancha de comentarios sobre el lamentable estado de la educación en México.

Este apasionamiento está bien justificado. La educación no es solamente un elemento clave para el desarrollo individual, sino también para el logro de un crecimiento económico sólido, equitativo y sostenible.

PISA se creó en el año 2000 con el objetivo de definir un criterio adecuado para comparar la calidad, equidad y eficiencia de los distintos sistemas educativos. Con este fin, se convocó a científicos, profesionistas y autoridades de diversas nacionalidades para que diseñaran una metodología aplicable a diferentes países y culturas.

Esto llevó a la puesta en marcha de una evaluación trianual entre alumnos de alrededor de 15 años, concentrada en tres áreas centrales (lectura, matemáticas y ciencias), a las que se han añadido otras de interés que van cambiando con el tiempo. Además, se decidió que la prueba se enfocara no solamente en la reproducción de lo aprendido en la escuela, sino también en la capacidad para aplicar este conocimiento en la solución de problemas reales. PISA es considerado hoy en día el esquema más confiable para comparar los sistemas educativos entre países.

Con estos antecedentes, debería ser obvio que PISA carece de sesgos ideológicos, ya sea “neoliberales” o de otra índole. Así, no sorprende que en el ejercicio para 2022, un récord de 81 países y economías participaron en la evaluación, incluyendo a todos los miembros de la OCDE (37).

Como se ha difundido ampliamente, los resultados de PISA para 2022 revelan una situación compleja. El desempeño educativo promedio en la OCDE registró un deterioro sin precedentes de 2018 a 2022. El problema es especialmente marcado en el caso de matemáticas, área en la que en ese lapso se perdió el equivalente de cerca de un año de aprendizaje. Además, en la actualidad, uno de cada cuatro estudiantes de 15 años en la Organización es considerado deficiente en el dominio de la lectura, las matemáticas y las ciencias.

La pandemia de COVID-19 es un factor explicativo importante de este resultado. Sin embargo, la crisis sanitaria proporciona solo una parte de la explicación, ya que en varios países las puntuaciones habían venido cayendo desde antes de la pandemia.

En el caso de México, aunque el deterioro observado de 2018 a 2022 no es muy diferente del registrado en la OCDE en su conjunto, el nivel en cada una de las áreas analizadas se compara muy desfavorablemente con el del promedio de la Organización.

Algunos ejemplos. En términos de habilidad matemática, México ocupa el lugar 57 de los 81 países y economías contempladas. Dentro de los miembros de la OCDE, es el peor evaluado después de Costa Rica y Colombia. Solamente 34% de los estudiantes mexicanos alcanzan los niveles mínimos aceptables de habilidad en matemáticas, lo que se compara con una cifra promedio de 69% para la OCDE. Los resultados equivalentes para lectura y ciencias son 53% y 49% para México, y 74% y 76% para la Organización. Casi no existen estudiantes mexicanos que consigan las calificaciones más altas en matemáticas y en ciencias, y solamente el 1% de ellos lo logran en lectura.

Por otra parte, no debemos perder de vista que uno de los elementos más importantes de la evaluación de PISA para 2022 son las lecciones que se pueden extraer de este ejercicio. A manera de ejemplo cabe señalar las siguientes:

  1. 31 países lograron cuando menos mantener la habilidad matemática de sus estudiantes frente a lo observado en 2018. Entre los rasgos comunes de estos casos, el informe señala cierres de escuelas menos prolongados, menores obstáculos al aprendizaje remoto y el apoyo continuo tanto de maestros como de padres.
  2. Existe una relación positiva entre el gasto acumulado por estudiante a lo largo de su educación primaria y secundaria y su desempeño promedio, hasta un umbral de 75 mil dólares (ajustados para considerar las diferencias de poder adquisitivo entre países). En México, el gasto equivalente por estudiante es de poco menos de 29 mil dólares.
  3. Los casos de Corea y Singapur muestran que es posible establecer un sistema educativo de primera clase, aun si se parte de un nivel de ingreso relativamente bajo, si se da prioridad a la calidad de la enseñanza más que al tamaño de los salones de clases, y si se cuenta con mecanismos de financiamiento que compaginen los recursos con las necesidades.

Obviamente, son muchas las lecciones de PISA para México. La evaluación cuidadosa de estas debería ocupar un lugar prioritario entre los objetivos de la siguiente administración, sobre todo tomando en cuenta que la reforma educativa puesta en marcha recientemente en nuestro país es un movimiento en la dirección equivocada, que lleva a prever para los próximos años una situación incluso más lúgubre que la actual.

Las cifras del reporte de PISA muestran el círculo virtuoso que puede detonarse con una mejora en la educación. No es simple coincidencia que, de los 35 países o economías con desempeño más alto en matemáticas, 32 son catalogadas como avanzadas. Indudablemente, nuestras autoridades deberían enfocarse en cómo absorber mejor las lecciones de este grupo, y dejar de distraer la atención hacia temas irrelevantes, como la discusión de si el enfoque adoptado es o no “neoliberal”.

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