México atestigua el fin del PRI, la caída del partido escuela de políticos variopintos, desde Enrique Peña Nieto hasta AMLO, pasando por Cuauhtémoc Cárdenas. Salvo el impasse que implicaron 12 años de panismo, la revolución institucional que dio forma a la vida política del país desde hace poco más de 80 años podría no tener un retrato en la máxima magistratura del país a partir de 2024.

El otrora poderosísimo “partido único” observa frente al espejo cómo se diluye no nada más en número, sino en sentido de utilidad para más o menos el 85 por ciento del electorado a nivel nacional. Vemos y escuchamos cómo algunos perfiles abandonan la casa priista bajo diversas causas, pero en realidad obedece a una cuestión de mera subsistencia política.

Ante la circunstancia débil del PRI en particular, y de la oposición en general, Claudia Sheinbaum y Clara Brugada adquieren una condición en vías de hacer historia: desde que existen las elecciones en el país, la presidencia y la capital podrían ser ocupadas por mujeres emanadas del movimiento social.

En lo que respecta al punto de partida en materia de comunicación, las precandidatas del oficialismo enfrentan adversarios debilitados producto de desangelados convites y procesos judiciales en ciernes.

En semanas pasadas vimos un video en redes sociales de la forma en que al final de un acto en Coyuca, Guerrero, Xóchitl Gálvez abandonó la jornada entre el silencio de un parque y una niña que, jugueteando, ni siquiera advirtió que la candidata le tendía tímidamente la mano. En 10 segundos quedó el resumen de una campaña.

En el caso de la capital, el precandidato de la oposición, Santiago Taboada, arranca con algunos puntos de desventaja en las mediciones demoscópicas, y una marca de agua impresa por la fiscalía capitalina que a la letra dice: “Cártel inmobiliario”.

El contraste entre Claudia y Xóchitl, la asimetría en las respectivas hojas de ruta entre Clara y Santiago, son inocultables. Más allá de la coyuntura, guardan una condición estratégica: las acostumbradas a perder desde el movimiento y ante el aparato, hoy son el aparato.

La comunicación de la precandidata presidencial morenista luce sin fisuras que coloquen en riesgo la elección de junio del 2024. Dicha cita con las urnas genera expectativa por la ventaja con la que ganará, no por si habrá competencia.

Así, Sheinbaum destina tiempo de aire y redes sociales para denotar que la suya es una tarea de amarre con sectores: los banqueros, los ministros religiosos, los políticos conversos. Resta ver si la estrategia mediática marca un acercamiento con expresiones sociales que no comparten la causa morenista.

Por ejemplo, si bien se entiende que son tierras movedizas, no valió reacción ni línea de comunicación alguna una frase escrita por Sebastián Guillén y publicada en la red el 9 de noviembre de 2023: “Los desaparecidos no votan, y pues de eso se trata. En los gobiernos ha pasado ya todo el espectro político electoral, todas las banderas electorales, todas las siglas partidarias, y la profesión de “BUSCADORA” crece. [...] La monstruosidad de un sistema ha creado otra ocupación: la de ‘buscadora’. Acaso la más terrible, angustiante, penosa y anacrónica de todas las ocupaciones. Pocas cosas señalan más el fracaso de una propuesta política en el poder, que la existencia y crecimiento de la ocupación de BUSCADORA”.

Con independencia del emisor, colocado por el presidente como “adversario” de la transformación, la problemática que representa la crisis de desaparición forzada en el país es el gran elefante en la habitación. Los días transitan sin una posición comunicada de manera contundente hacia las mujeres que remueven tierra y agua para encontrar los restos de los afectos. Una contradicción para quien se autodefine como “hija del 68”.

Claudia Sheinbaum deberá confirmar con los hechos que irá más allá de las pautas publicitarias, ¿en verdad es tiempo de las mujeres?, ¿cuáles? Es decir, llamar por su nombre a las fases y prácticas más descarnadas de los tiempos recientes porque comunicar sin enunciar los males puede ser efectivo, pero resulta deshonesto aun cuando la instrucción presidencial sea “continuidad con cambio”.

Consultor en El Instituto

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