De entre los muchos cuestionamientos hacia el actuar del gobierno federal, por momentos sesgado hacia sus particulares intereses ideológicos y políticos, llama mucho la atención una nueva vuelta de tuerca en el caso de los libros de texto.

Los libros de texto escolar mexicanos, uno de los frutos más destacados del pensamiento posrevolucionario, iniciaron su existir como los conocemos en 1960, casi un año después de la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, según indica la propia Secretaría de Educación Pública.

Un repaso al devenir histórico de los libros de texto escolares mexicanos es verdaderamente un viaje a la historia patria, y a nuestra identidad, porque nos hace recordar esas épocas en que acudíamos al salón de clases y lo primero que percibíamos era el olor de los libros recién abiertos.

Esos libros fueron realizados por notables pedagogos, y en sus ediciones participaron destacados artistas tanto mexicanos como extranjeros. El olor de la tinta, el papel recién cortados e impresos, la emoción de abrir nuestros libros por primera vez son parte de las emociones que recordamos de nuestras épocas escolares.

Los libros han evolucionado, claro está. De los pesados volúmenes con ilustraciones de artistas plásticos pasamos a otros menos voluminosos y con dibujos y figuras menos detallados. Pero para las infancias mexicanas los libros de texto de las primarias públicas son todo un acontecimiento.

Hoy en día hay toda una polémica por presuntos contenidos ideologizados. Al respecto, ya dijo el presidente López Obrador que habrá una discusión específica.

Los libros de texto de la educación pública deben estar siempre abiertos al escrutinio de pedagogos y expertos en las diversas especialidades, pues se trata de las herramientas básicas para la formación de nuestras infancias.

La educación pública es un logro de nuestra Patria, y los programas y contenidos educativos deben estar libres de intereses ajenos al meramente educativo-académico. Se trata del futuro y destino de nuestra patria, encarnada en la infancia mexicana.

¿Qué hay dudas acerca de los contenidos? Que se abran a la discusión. A nadie conviene el oscurantismo en la educación, y no conduce a nada bueno en una realidad mexicana y global cada vez más consciente de los valores democráticos, entre los cuales definitivamente no está el oscurantismo.

La escuela es el lugar donde nuestras hijas y nuestros hijos acuden a formarse para el futuro, y la educación pública es uno de los frutos más preciados de nuestra historia patria, de la cual surge la formación de mexicanas y mexicanos de bien, con los conocimientos y métodos de estudio que nuestro país ha procurado democráticamente.

Por eso en la escuela debe gobernar la ciencia, el saber debe estar sujeto al método y libre de postulados políticos o de intereses sectarios. Garantizadas esas condiciones, todas y todos apoyamos la educación pública; vulneradas, todas y todos debemos defender la integridad de la escuela mexicana.

El Presidente ha ofrecido dar una pública explicación y una exposición a cargo de expertos en pedagogía. Espero que así sea, y que sea lo más pormenorizada posible. Por el bien de nuestras infancias, que son el futuro de México.

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