En estos días en los que ser etiquetado de “demodé” requiere de muy muy poco; estos tiempos en los que si uno se aferra –cultural y tecnológicamente- a algo termina no llenándolo del todo, puesto que en unos meses ya hay algo nuevo a lo que buscar aferrarse; en esta era de lo efímero persiste, sin embargo, un hilo conductor por el que estas modas se establecen y desaparecen, y quedan en la memoria electrónica que las reduce a recuerdos arcaicos que no merecen ser traídos al presente; hablamos del internet, que en aquella lejana –en estos términos- década de los 90 nos prometía que todo lo que se subía a la world wide web era no sólo vendible sino redituable, al grado de formar emporios cuyos CEOS eran jóvenes de gruesas gafas, con frenos, problemas de acné y que en un pestañeo se convertían en los nuevos Rockefeller. Ser millonario a través de la www es una promesa que sigue ahí, aun con los sueños que se volvieron pesadillas y las estrepitosas caídas en NASDAQ a finales de esa gloriosa década.

Y es que si ganar un millón y medio de dólares al mes – unos 23 millones de pesos-  por subir a Youtube videos de uno mismo jugando un videojuego o lavándose los dientes no es el cumplimiento de esa promesa, no sé con qué más puedo convencerlo. Pero si el escandaloso salario del joven sueco que se hace llamar Arvid Ulf Kjellberg le hace pensar que dichas promesas están reservadas a los habitantes del primer mundo, déjeme decirle que aquí en México uno de los youtubers más famosos se embolsa la friolera de 20 mil dólares mensuales –unos 10 mil pesos diarios-, lejos del sueco, pero más lejos aún de lo que ganamos usted y yo por nuestros trabajos de tiempo completo. El top ten mexicano si bien es desigual, ubica en el sótano de la lista a un joven que genera unos, nada despreciables, mil 800 pesos al día. Hoy, el deseo de muchos adolescentes y el sueño de muchos adultos, por razones más que evidentes, es alcanzar la fama en Youtube.

Si alguna vez ha entrado a ver el material de alguno de los videobloggers de élite quizá se preguntará, como yo, cómo es que llegaron a tener tal éxito; en la respuesta hay más incertidumbre que una fórmula bien estructurada, en casi todos los casos es simplemente entretenimiento –no lo digo de modo peyorativo-, sin más aspiraciones; la gente que se ha dedicado a estudiar el fenómeno coinciden en que la suerte es un componente prominente en la gran mayoría de los casos, y en aquellos donde se tiene una idea más elaborada, un plan o un contenido más rico o estructurado suelen requerir de un esfuerzo infinitamente mayor para alcanzar cierto éxito.

Videojuegos, bromas, opiniones sobre temas banales son el grueso de la temática de los videoblogs más famosos de Youtube, y las tendencias se ponen cada vez más extrañas; hace un par de meses grabarse a uno mismo comiendo parecía empezar a ser la nueva tendencia de éxito, desde hace unas semanas subir videos de uno mismo programando parece ser lo más actual, al momento que usted lea esta columna… quién sabe.

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