En los últimos meses, semanas, hemos sido testigos de la cantidad de voces que se han pronunciado favorablemente para que nuestro país aproveche las ventajas que nos puede traer para nuestro crecimiento y desarrollo el Nearshoring. Esto, implica que, dada la cercanía de nuestro país con los Estados Unidos de América, el que México pueda capitalizar justo esa cercanía para poder manufacturar muchos de los productos que se necesitan en la unión americana y que pueden llegar en poco tiempo a su destino a comparación de si esos productos se elaboraran en China o en cualquier otro país asiático.

Lo anterior, trae oportunidades para atraer importantes inversiones y al mismo tiempo ayudar a mejorar las condiciones laborales de muchos mexicanos. También, puede ayudar a nuestro país a seguir creciendo de una manera ambientalmente amigable siempre y cuando se cumpla, entre otras disposiciones: los que tienen que ver con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible; los compromisos que nuestro país ha asumido en el contexto del Acuerdo Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París y en consecuencia poder ayudar a que nuestra contribución al calentamiento global y al cambio climático vaya cada vez más a la baja y, darle cabal cumplimiento a lo que establece el capítulo 24 (medio ambiente) del TMEC y su Acuerdo de Cooperación Ambiental.

Además, el Nearshoring da la oportunidad para acelerar en México la transición energética, donde cada vez dependamos menos de los combustibles fósiles y más de las energías renovables y así reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Igualmente, si quienes vengan a establecerse en México hacen las cosas ambiental y socialmente bien, pueden hacerse acreedores a certificados como el de empresas socialmente responsables que otorga el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) o el de Industria Limpia que otorga la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

No obstante lo anterior, también hay retos importantes que no se deben de minimizar de manera alguna y que se deben de considerar de manera prioritaria. ¿La disponibilidad de agua será la suficiente y necesaria para la operación de todos estos nuevos negocios? ¿El manejo y disposición de la basura (residuos sólidos) y de los residuos peligrosos que se van a generar se hará de manera adecuada? ¿Contaremos con los rellenos sanitarios y los confinamientos suficientes para el manejo de los residuos que se van a generar en los procesos productivos? ¿Se van a apegar estos inversionistas a las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza que tanta fuerza han cobrado hoy en día?

Adicionalmente, se debe de considerar que en muchos casos tendrán estos nuevos negocios que llevar a cabo las consultas públicas sobre lo que pretenden llevar a cabo, deberán de someterse a la evaluación del impacto ambiental respectivo, ya sea estatal o federal, cumplir con lo que establezcan los programas de ordenamiento ecológico que apliquen, solicitar, en caso de que sea necesario, los cambios de uso de suelo en terrenos forestales, cumplir puntualmente con lo que establecen los programas de desarrollo urbano municipal del municipio donde se pretenden establecer y, en su caso, cumplir con los decretos y planes de manejo de las áreas naturales protegidas en caso de que exista alguna de estas donde se pretendan establecer.

Así las cosas, y ante la oportunidad que representa para México el Nearshoring, se espera que los retos aquí planeados y muchos otros sean considerados y atendidos en tiempo y forma y así asegurar que lo que venga sea ambientalmente adecuado y se enmarqué dentro de la legalidad y el estado de derecho al que aspiramos.

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