Pronto entrará en vigor el nuevo salario mínimo para el conjunto del país, 172.87 pesos diarios (la frontera tiene su propio salario mínimo). El aumento nominal respecto al de 2021 es de 22%. Este aumento se da en un contexto de incremento de los precios de entre 7 a 8% anual, por lo que el aumento real será de entre 13 y 14%, que se erosionará rápido si la inflación continúa siendo elevada o se dispara más. De persistir las tasas de inflación actuales, el poder adquisitivo del salario mínimo terminará 2022 entre 5 y 7% arriba del de diciembre del año actual. Para los años transcurridos del actual gobierno (enero 2019-enero de 2022), el aumento real del salario mínimo alcanza casi un 65%, con enero de 2020 como el mejor año con un aumento real de casi 17%. La tendencia de recuperación de los salarios mínimos comenzó en el sexenio anterior, pero se aceleró fuertemente con el gobierno actual.

El salario mínimo resultó muy dañado con las políticas de austeridad y el neoliberalismo que instituyeron los organismos económicos internacionales y los sucesivos gobiernos del país. El mayor poder adquisitivo del salario mínimo se alcanzó hace 45 años en ¡octubre de 1976! La política deliberada de aumentarlos en un porcentaje menor al aumento de los precios los redujo en su peor momento a un 22% de su poder adquisitivo máximo en diciembre de 1999. Durante 14 años más continuó una política de mantenerlos estancados más o menos a ese nivel. Con todo y ser altos, los aumentos mayores a la inflación del salario mínimo de los últimos años, apenas lo sitúan en menos del 60 por ciento del salario mínimo real máximo de 1976. La productividad de los trabajadores mexicanos se ha incrementado de manera considerable en esos 45 años, por lo que hoy el salario mínimo debería estar en términos reales varias veces por encima de su nivel de 1976. En cuestión de salarios el camino es largo y aplica la máxima de que es más fácil destruir que edificar.

La política salarial es central, aunque no parece del todo favorable a los trabajadores. Siguiendo lineamientos establecidos en el sexenio anterior, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (formada por gobierno, patrones y líderes sindicales) ha eliminado la política de que los aumentos al mínimo fueran un referente para los aumentos de otros salarios, que mantuvo durante su caída. Ahora que crecen, se crea la figura del Monto Independiente de Recuperación, una cantidad calculada en pesos para recuperar el poder adquisitivo, y se estipula explícitamente que el aumento del salario mínimo “no debe tomarse como referente obligado en los procesos de revisiones salariales contractuales”. En el mismo tenor, la evolución de diversos beneficios laborales se desconecta de los aumentos del salario mínimo, ahora atados al tope del aumento de precios vía la Unidad de Medida y Actualización (UMA). Las políticas salariales deben también incluir una discusión apremiante sobre el empleo, su cantidad y su calidad (precariedad, informalidad). A septiembre de 2021 un tercio de la población no agropecuaria ocupada se encontraba en la informalidad. 


Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS.
caceps@gmail.com


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