Su designación como próximo secretario de Hacienda es un cambio muy importante. Le tocará preparar el Presupuesto de 2022, para iniciar la segunda mitad del sexenio del Presidente López Obrador y la época pospandemia. Tendrá 3 grandes retos: contribuir a la reconstrucción, la recuperación y la reordenación económica de nuestro país; 3 “RRR”. Se le presenta una verdadera disyuntiva: optar por “más de lo mismo”, la continuación de una de las políticas más neoliberales del mundo, obcecada con la estabilidad, el equilibrio fiscal, la austeridad. Casi no amortiguar el impacto de la pandemia sobre la sociedad y la economía, o bien, “un cambio de paradigma”, siguiendo tendencias mundiales con Biden a la cabeza, políticas sociales compensatorias, políticas fiscales expansionistas, contracíclicas, favoreciendo la mayor inversión, como fue también el Nuevo Trato de Roosevelt.

Hay la esperanza que, como egresado de la Facultad de Economía y, sobre todo, de la Universidad de Cambridge, favorezca esta segunda opción. Como se sabe, es la Universidad desde donde Keynes ideó las políticas seguidas en casi todo el mundo para salir de la Gran Depresión, lo cual lo hace muy relevante ahora ante la Gran Recesión que sufrimos. Está de regreso Keynes. Nuestro gobierno, casi sólo, está al margen de esta nueva corriente histórica. Es usted, por cierto, el primer economista egresado de Cambridge, que llega a “la joya de la corona”, la Secretaría de Hacienda, antes predominaron los Chicago Boys, Yale, MIT (y el ITAM).

Reconozco mi sesgo, porque es también mi universidad. Le conozco desde hace muchos años como un buen economista. Creo que fue una muy acertada designación y muy oportuno que el remplazo se dé a partir de julio, para preparar, negociar y ejecutar el muy importante Presupuesto. ¡Da gusto poder aplaudir algo sensato!

Al darse el anuncio de su designación, se comprometió a 4 objetivos: 1) “sano balance fiscal” y la estabilidad macroeconómica, esperamos también el crecimiento; 2) “economía en el uso de los recursos públicos”, esperamos no más austerocracia, que ha destruido las capacidades del Estado. 3) “Sano” financiamiento de cuentas en el sector energético y, 4) aprovechar “las oportunidades en la banca de desarrollo”. Esto se acerca mucho a “más de lo mismo”. Ojalá se den espacios para algunas reorientaciones de política. La designación de Herrera en Banxico, con la buena relación entre ambos, asegura la coordinación de la política monetaria y fiscal.

Va a tener un primer gran reto: la gran penuria y el escaso margen fiscal del gobierno. Está amarrado el gasto por apoyos a PEMEX, el servicio de la deuda, las pensiones y las participaciones. Lo que ha sufrido es la inversión. Se enfrenta a declaraciones contradictorias del gobierno. ¿“Sí habrá una reforma fiscal para el Presupuesto 2022”?… pero el aumento de ingresos se dará por mejoras en simplificación y en la administración tributaria del SAT; por ejemplo, aumentando la tasa efectiva de recaudación del impuesto sobre la renta de las grandes empresas. Es sin duda loable el esfuerzo de recaudación realizado por el SAT, pero esto no sustituye la necesidad de una reforma fiscal, que no puede darse sin nuevos impuestos o aumentar las tasas existentes, o modificando su estructura. Se creó un grupo de trabajo del Congreso que está ya trabajando sobre un “menú” fiscal, pero su impulsor, el diputado Ramírez Cuéllar, perdió su elección. Pueden surgir propuestas inapropiadas, como el impuesto patrimonial, que el Presidente aparentemente ha descartado por una baja recaudación, que no compensa el alboroto que crea. Se ha mencionado el IVA parejo que recauda mucho, pero es inflacionario y socialmente muy riesgoso (véase Colombia), o mejorar la estructura del ISR personas físicas. ¿El dinero usarlo para qué? Le corresponde resolver este galimatías. Requiere un plan de ruta para no frenar la recuperación, sino generar municiones para impulsarla. ¡Difícil equilibrio! La opción probablemente más realista: no es una reforma de gran calado, sino también ajustes y reorientación marginal, y un presupuesto casi igual en monto, ¡con lo cual se mantendrá un crecimiento positivo, pero mediocre, y un Estado mínimo pasivo!

Tiene el serio problema con los gobernadores, particularmente los del norte, Jalisco, la Alianza Federalista que reclama más recursos, léase más participaciones. Esto no puede funcionar si el “pastel” fiscal federal no crece, sólo se reparten miserias. Pero sí puede provocar serios conflictos políticos y fisuras en el pacto fiscal. ¿Una Convención Hacendaria?

Como secretario, tendrá que enfrentar estos grandes retos, esperamos, haciendo honor a su extracción académica, su experiencia con el sector privado y su ascendencia con el Presidente, para introducir cambios en el “paradigma”. El rebote económico esperado en 2021 de 6% no debe alentar falsas expectativas. Tiene que traducirse en un mayor crecimiento sostenido, después del 2022, como gran prioridad. Para ello, requiere incrementar una bien evaluada inversión pública en infraestructura rentable, no ocurrencias, y creando el ambiente de confianza para que aumente la privada. Incrementar el gasto en salud, seguridad, educación, tecnología. Tiene márgenes de maniobra, el déficit fiscal de los principales países excede el 10% del PIB; la deuda el 80-100% del PIB; en ambos casos, el de México es alrededor de la mitad. El FMI ha reiterado se aproveche la línea aprobada de US$70,000 millones (6% del PIB). Hay campo para que, como el gobierno de Biden, monte una política fiscal expansionista, que sustente un eficaz programa de inversión, y otro de reconstrucción social, que nunca se dio, por lo que quedamos a la zaga de todos los países. Ojalá se cree una nueva política de bienestar social, no “aspirinas” clientelares, sino mecanismos estructurados, como un ingreso básico y un seguro de desempleo, acotados y avanzar hacia un sistema de salud universal, tan necesarios. Qué bueno que piensa despertar la banca de desarrollo “adormilada”, instrumento desperdiciado, mecanismo parafiscal, que puede complementar el presupuesto, como lo llaman los chinos, “bancos de política”, con proyectos detonadores, programas regionales y sectoriales, incluyendo la industrial, que apoyen en forma estructurada a las Pymes y a los sectores más afectados. Recomponer las capacidades institucionales y humanas del Estado mexicano, destruidas por una austeridad, a veces muy mal concebida. Muchas de estas ideas han sido analizadas y planteadas por un grupo plural interdisciplinario de la UNAM, el Nuevo Curso de Desarrollo, que habría gran interés en discutir con usted.

¡En fin, puede ser utópico, pero esperemos lo dejen actuar y pueda dar nuevas orientaciones a sus políticas, para remontar el camino hacia un crecimiento sostenido y verdaderamente incluyente! La sociedad le apoyaría, la historia le dará la razón y, sobre todo, actuará en el verdadero interés del gobierno y del país.

Exsubsecretario de Hacienda
@suarezdavila

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