llegué a mi primer trabajo, con 13 años de edad y sin la menor idea de lo que me tocaría hacer. Mi papá me consiguió una chamba de medio tiempo por tres meses, durante las vacaciones, en una tienda de ropa. Se trataba de una de las boutiques de Marlboro Leisure Wear . Por aquella época, además de producir cigarros, la tabacalera tenía su propia línea de prendas.

Si la memoria no me falla, mi jefe directo se llamaba Gerardo . Tendría 18 años de edad, usaba mucho gel para aplanarse los rizos de su cabellera negra, y yo estaba seguro que su padre también le había conseguido el trabajo. El tipo era simpático y le gustaba parecer exigente, especialmente cuando se acercaba el jefe de ambos y de toda la tienda: Carlos.

“¿Cómo vas, Paco?”, me preguntaba —de repente— Carlos entre los anaqueles, con su cordialidad característica y sus menos de 20 años de edad.

—Pues, no le digas a Gerardo , pero no estoy seguro si le puse bien las etiquetas a varias camisas. Creo que no, creo que les confundí las tallas. Esto no es lo mío.

Entonces, Carlos se reía y me ayudaba a reetiquetarlas. A mí me dejaba las t-shirts y las tipo polo, y él —una por una y con minuciosa delicadeza— arreglaba las de la escudería McLaren y todo lo demás de la Fórmula 1 que vendía Marlboro, principal marca patrocinadora del automovilismo en los 80 y 90.

En 1989 yo no sabía quién era exactamente Carlos. Pero anteayer, cuando tuiteó “¡¡¡VIVA MÉXICO!!!” , tras el histórico triunfo de Checo Pérez, alcancé a sentir su emoción y casi pude ver las lágrimas de emoción y felicidad que le escurrían, luego de su empeño en traer de vuelta el automovilismo a los mexicanos. Y no hablo del Autódromo Hermanos Rodríguez, sino del corazón de los cientos de miles que cantamos el Himno. Lo logró.

Si bien, la hazaña es de Checo —porque, hay que decirlo: la audacia, la osadía, la maestría y el mérito es absolutamente suyo—, el domingo se cumplió el sueño de ambos. Y me da gusto por los dos. Además, el piloto jalisciense —quien después de su memorable hazaña del domingo, espero confirme ya su asiento para la próxima temporada— sabe que un pedacito del podio es de Carlos. Y lástima que no estaba ahí arriba, porque lo imaginé recogiendo y quitándole el polvo a la bandera que de la emoción se quedó en el piso, así como sacudía y componía —a sus 19 años de edad— aquellas camisas mal etiquetadas de la Fórmula 1.

Estoy en Facebook, Instagram y Twitter como @FJKoloffon

Google News

TEMAS RELACIONADOS