“…si no cambiamos nuestra política hacia los palestinos, nos quedaremos solos frente a Irán, nuestro fin será como el de Sansón, quien en un ataque de ira impotente derribó la casa sobre las cabezas de todos” (Yuval Noah Harari, Perfil, 20/04/2024).

En España se acostumbra llamar el Cercano Oriente a la porción del planeta ocupada por 29 países que, por el conflicto teocrático entre dos de ellos, nos vuelven a poner frente a una renovada Guerra Fría con enormes posibilidades de elevar considerablemente su temperatura. La insospechada, opaca, brutal agresión de Hamas a territorio israelí el 7 de octubre de 2023, además de mover a dudas por el descuido de una de las fuerzas de seguridad mejor preparadas del planeta, persuadió a la llamada comunidad internacional sobre el derecho semita a recuperar rehenes y a enfrentar a la organización terrorista.

La primera Ley de la Dialéctica nos informa que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa; y es perfectamente aplicable al caso. Ese derecho, en manos del criminal Benjamín Netanyahu, se ha convertido en un auténtico genocidio del pueblo palestino, condenado a la opresión sionista y a la indiferencia mundial.

Desde el lejano 1967, con la brevísima Guerra de los Seis Días y el triunfo del ejército israelí, dio inicio la ocupación de territorios que, pese a los acuerdos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para ser devueltos a sus ocupantes legítimos, el Estado de Israel mantiene ocupados con el apoyo

cómplice de los Estados Unidos de América; complicidad que el cavernícola Trump llevó hasta el traslado de su embajada a Jerusalén. En dichos territorios, particularmente los ubicados en Palestina, la edificación de viviendas e infraestructuras diversas, por parte de Israel, viene a presentar una situación de hecho frente a la que, de nueva cuenta, la inoperancia de la ONU se muestra incapaz de intervenir.

Con el terrible complemento de la agresión rusa a Ucrania, el llamado orden internacional aparece como broma de muy mal gusto y en proceso de descomposición. Por el todo el planeta, especialmente en las universidades, se han levantado voces de protesta que exigen un inmediato alto al fuego; no es suficiente. El fascista que gobierna Israel debe recibir la condena y castigo de criminal de guerra y un nuevo gobierno en aquel país debe promover la convivencia de dos Estados y el estatus de país miembro con plenos poderes de Palestina, en la ONU, tal como lo ha solicitado el gobierno mexicano.

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