“Quien alguna vez experimentó el sentimiento de envidia por su compañero de banca -diría Cioran, en Historia y utopía- se metió de lleno en el problema del poder." Nada más explosivo que la mezcla de la amistad con la política. Nada más frustrante que el sacrificio una antigua coincidencia en ideales.

“Los desenlaces de noviembre de 1993 marcarían, sin duda, la vieja amistad entre Manuel Camacho y Carlos Salinas. Pero el fuerte diferendo que a partir de entonces tendrían, no surgió, insisto, del reproche: "¿por qué no fui yo, tu amigo y compañero?", sino de la gran divergencia que existía ya para entonces entre los dos sobre el estado del régimen político y la mejor manera de conducir al país en el futuro.

“Hacia finales de noviembre, sería muy evidente que esa situación entre el presidente de la república y el jefe de DDF no se había originado en unas cuantas semanas, sino que sus diferencias políticas eran tan antiguas como el propio sexenio, y aún más remotas.

“Cuando Camacho -secretario de la SEDUE- fue a dar su apoyo al candidato priísta Carlos Salinas, en octubre de 1987, dijo, para protejerse:

“-En política, la amistad obliga más.

“Cuando Salinas llegó a la presidencia, Camacho precisó el que habría de ser su principio rector: "La única forma de ser leal al amigo es ser leal al presidente de la república y al Estado mexicano". No cabía, en las concepciones políticas de

Camacho, ninguna otra posibilidad.

“El lunes 22 de noviembre que Manuel fue a Los Pinos, iba decidido a hablar con la verdad, con responsabilidad. En su entrevista con el presidente intentaría hacer el último esfuerzo para no sucumbir; para que la decisión que dos días antes le habían anunciado pudiera reconsiderarse.

“Al salir de Los Pinos, Camacho sintió que el presidente podría volver a pensar su decisión. Pero no, después de la conversación de ese lunes 22, Carlos Salinas sólo intentaría cancelar rápidamente una inquietante y peligrosa posibilidad: que un Manuel Camacho, prestigiado y astuto, y con el arrojo que le conocía; que un Camacho ya convertido en franco disidente del salinismo, se precipitara o creara situaciones inconvenientes para la tan pacientemente armada estrategia de “la continuidad".

El presidente conocía muy bien la tomografía de los resortes políticos de Camacho, y decidió no correr riesgos.

“-La historia política del país, de 1988 a 1993, se explica, Carlos -le dijo Camacho al presidente-, por la coexistencia de dos líneas políticas al interior del régimen: una línea de exclusión y una línea incluyente. La primera es de José Córdoba, Patricio Chirinos y los sustentos en el aparato y los intereses; la segunda es en la que yo he estado. Pero, hacia adelante, no se podrá postergar la decisión estratégica del régimen: o correr los riesgos de una apertura pactada o vivir los riesgos de un retroceso autoritario. El dilema, Carlos, no es sólo de valores políticos, sino de evaluar con inteligencia y responsabilidad de qué manera le irá bien al país.”, remataría Camacho.

(Por qué perdió Camacho / Revelaciones del asesor de Manuel Camacho Solís, Ed. Océano, 1995.)

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