No le demos más vueltas a la cosa. Por más que el sueco salga en sus redes sociales a decir que en el mundo de Ibra todos son iguales, aunque algunos mejores futbolistas que otros.

La razón es muy sencilla, ya que a todas luces se debe recriminarle que, en pleno Derby De lla Madonnina le haya dado un mensaje muy fuerte al jugador congoleño-belga Romelu Lukaku , sobre que regresara a sus tonterías vudús.

Es cierto que, por un tema de esta índole religiosa, un directivo del Everton de la liga inglesa anunció que no quiso firmar su alargue de contrato antes de partir al Manchester United , versión que siempre ha sido desmentida por el goleador de Bélgica.

Pero no por esa razón el jugador que se siente un súper hombre, que puede contra el hielo, karateka y un luchador de la perfección, puede decir eso en una cancha y luego salir a justificarse.

A todas luces, y en el calor del juego, fue un acto de discriminación y debería ser sancionado. El tema es que al futbolista de raza negra se le sigue tratando, en muchos frentes, con racismo, aunque no se quiera reconocer.

La Serie A deberá tomar cartas en el asunto y no permitir que esto se salga de control; de lo contrario, dejará un antecedente muy peligroso para la rivalidad y lo que representa —en toda la extensión la palabra— que un tipo se pueda sentir un semidiós; de ahí, la relevancia del tema.

No le demos más vueltas, por más que Ibrahimovic le haya recuperado el protagonismo al Milan después de casi 10 años, no se puede mandar un mensaje de superioridad por temas religiosos, culturales y de raza sobre el jugadorazo del Inter.

¡Bienvenidos, bienvenidos! Al día que Zlatan fue racista.

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