La fiesta en Morena no ha parado desde que el miércoles pasado se anunciara que Claudia Sheinbaum será la candidata de dicho partido a la presidencia. El resultado no fue sorpresivo, era evidente que los dados estaban cargados y el aparato entero de Morena operaba para Claudia. La designación de Sheinbaum como candidata tiene un tono aún más festivo dentro del partido dadas las altas posibilidades que Morena tiene de ganar la presidencia. Aunque esto es una posibilidad latente, para hacerlo tendrá que derrotar la candidatura de Xóchitl Gálvez. El problema es que incluso venciendo a Xóchitl, hay dos trampas que AMLO le ha puesto que le serán aún más difíciles de vencer que estas dos elecciones.

En caso de ser electa presidenta, Claudia Sheinbaum va a tener un doble problema de gobernabilidad. Ambos problemas son trampas que le ha puesto el presidente López Obrador. La primera de ellas es la revocación de mandato. Fiel discípula de AMLO, es difícil ver un escenario en el que Sheinbaum no tenga que afrontar esta nueva figura democrática. Esto significa que, para todo efecto práctico, los primeros tres años de su mandato serían de campaña política. Quien gane la presidencia, tendrá que volver a ganarla tres años después. El problema es que, a diferencia del Presidente, Sheinbaum no tiene un capital político propio, y al no tener la inmunidad popular que tiene AMLO, la oposición política va a liberar contra ella toda la carga que no ha podido o no ha surtido efecto este sexenio.

Claudia no es AMLO, no tiene una base de seguidores duros suficientemente grande como para ganar una elección a base de voto duro, tampoco tiene el carisma ni la legitimidad popular como para resistir los ataques continuos de la oposición. Ante ello, su única opción será recurrir a López Obrador. Esto significa que en caso de ganar la presidencia, durante los primeros tres años de gobierno no podrá hacer nada sin el aval del hoy Presidente de la República.

Esto parecería una obviedad dado lo cercano que ha estado el discurso de la ex Jefa de Gobierno de AMLO en los últimos tiempos, pero esta visión es injusta y limitada. Sheinbaum es inteligente, tiene una formación y pensamiento diferente a AMLO y su manera de gobernar la ciudad en temas como la pandemia o la seguridad pública mostró diferencias importantes con lo sucedido a nivel federal. En los últimos tiempos, su línea política ha estado marcada por un condicionante: la elección de Morena dependía de la voluntad de un solo hombre; es posible que esa condicionante se traslade también a la primera mitad del sexenio.

La figura de la revocación de mandato vuelve políticamente incosteable que Sheinbaum tome distancia de AMLO. En otras circunstancias, ya electa Claudia no tendría que ser una calca de AMLO, Santos no lo fue de Uribe en Colombia y mucho menos Lenin de Correa en Ecuador. El problema es que la revocación vuelve casi imposible no serlo, y esa es la trampa de AMLO. Si buscas eliminar la revocación, entonces no eres 4T y si la asumes necesitas ganarla. Por ello, en lo estético, un gobierno de Sheinbaum podría tener diferenciaciones de AMLO útiles para la comunicación de su imagen, pero en lo esencial no tendría oportunidad de salirse de línea si es que quiere su apoyo. En caso de ganar, ni Xóchitl Gálvez ni Marcelo Ebrard tendrían este problema, pues ambos cuentan con una base electoral propia y al menos una parte importante de su fortaleza electoral no depende de su cercanía al Presidente.

La segunda trampa es el empoderamiento del ejército. López Obrador ha empoderado al ejército de una forma que no tiene precedentes en el México post-revolucionario. Este nuevo poder también carga consigo un flujo económico mucho más robusto. Hoy, muchos medios de comunicación no permiten críticas a las fuerzas armadas porque éstas se han vuelto una importante fuente de ingresos. Con ese poder político, poder armamental, poder económico y poder mediático, las fuerzas armadas son una trampa para quién intente gobernar el país. En caso de que Sheinbaum gane, ¿a quién le serán fieles? AMLO ha empoderado a una institución hermética y machista en la antesala de lo que puede ser —tanto con Xóchitl como con Sheinbaum— la primera presidenta del país. ¿Cómo reaccionará la institución más machista del Estado mexicano ante una mujer presidenta? México está más que listo para una mujer presidenta, la pregunta es si las fuerzas armadas lo están.

Para que todo esto suceda, Sheinbaum primero tendrá que ganar la elección presidencial, pero en caso de hacerlo, el Presidente le ha dejado dos trampas que la obligan a mantener su lealtad absoluta. Es evidente que Claudia era la candidata favorita de AMLO por un tema de lealtad, pero si la lealtad emotiva falla, la coercitiva también la ata al Presidente.

Analista político

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