AMLO es experto en dinamitar la conversación pública cuando ésta se le sale de control. Su estrategia es clara, al dinamitar se vuelve a poner en el centro y así, retoma el control de la narrativa pública. Él vuelve a llevar las riendas. Eso mismo hará este lunes, enmarcado en la simbología que tanto le gusta y le sirve para dar sentido a sus actos. En el aniversario de la Constitución, el presidente lanzará un paquete de iniciativas de reformas a la Constitución.
Este acto tiene un doble propósito, primero que nada retomar el control de la narrativa pública y segundo apuntalar las preferencias electorales de la cuarta transformación. Por un lado, es cierto que ésta es la respuesta del presidente a un escenario cambiante en el cual ha perdido una parte del control de la narrativa pública. Esto es natural, el proceso electoral supone una distracción de la atención pública que el presidente ha gozado durante todo su sexenio; esto no le es cómodo. Las reformas no solo le devolverán la atención perdida sino que generarán nuevamente las confrontaciones con otros poderes y partes de la sociedad civil que tan fructíferas le han sido en términos de su popularidad. Por otro lado, algunas de estas reformas tienen tinte electorero y buscarán ganar votos para Morena. Esta bomba mediática seguramente le garantizará nuevamente ser el controlador de los términos del debate, pero la estrategia del presidente conlleva riesgos, justamente por el proceso electoral en curso.
El paquete que enviará el presidente incluye 11 iniciativas de reforma. En ese paquete hay un poco de todo y es probable que el paquete genere reacciones fuertes —y diversas— por parte del electorado. Algunas reformas generarán consenso, algunas legitimidad en sus bases y otras causarán revuelo. La iniciativa sobre el salario de los trabajadores, la cual pretende equiparar los salarios con la inflación y la iniciativa sobre las pensiones, se alinean muy bien con la narrativa de este gobierno y caerán bien en muchos sectores de la sociedad. Estas iniciativas están diseñadas para dar un empuje electoral entre los votantes duros de Morena y también llegar a las clases medias que tanto se le han complicado al partido del presidente. Sin embargo no todo es positivo, estas iniciativas seguramente serán mal recibidas por el empresariado y tendrán consecuencias fuertes sobre la balanza pública.
La iniciativa contra el maltrato animal es una genialidad estratégica del presidente. La iniciativa lo apuntalará con los jóvenes, un sector donde ya es muy popular, pero sin duda le permitirá tener más poder de movilización con ellos. Esta iniciativa también será exitosa para remediar algunos errores históricos que el presidente ha cometido con sectores de la sociedad civil que le fueron afines en 2018 y que torpemente perdió en querellas innecesarias.
En el lado contrario está su reforma al poder judicial. Esta es una obstinación innecesaria del presidente que lo deja mal plantado ante sectores del electorado que ya de por si le son difíciles. En ese sentido esta iniciativa no solo va a ser controversial sino que puede ser contraproducente en el contexto electoral actual. La iniciativa va a generar resistencias, —incluso algunas internas— que saturarán el debate público durante los próximos meses.
La iniciativa va a ahuyentar a líderes de opinión y votantes alcanzables de la clase media. Si bien es cierto que la carrera presidencial parece sentenciada, hay muchas elecciones estatales y locales donde esta iniciativa del presidente afectará a los candidatos de Morena que necesitan ganar el voto de las clases medias para poder ganar la elección. En ese sentido, es una iniciativa caprichosa e innecesaria que puede tener un costo político mucho más alto que su beneficio. El presidente sabe que la reforma no pasará, y le echará en cara la culpa a los “conservadores” de ello; la pregunta es qué tan eficaz es esta estrategia cuando muchas de sus otras iniciativas podrían sumar voluntades en espacios donde ahora no las tiene. Es cierto que AMLO ha sabido mantener su aprobación y popularidad durante 6 años, pero también a lo largo su historia personal ha sido —por momentos— su peor aliado.
Gobernar polarizando ha sido una estrategia exitosa para AMLO, pero las elecciones se ganan sumando no restando. Muchas de las iniciativas de AMLO suman, pero la más mediática de ellas solo apuntala la polarización existente; como consecuencia, los votos duros de ambos lados se fortalecerán. Muchas de las iniciativas de reforma podrían generar consenso y sumar adeptos pero la iniciativa para reformar el poder judicial será la que acapare la atención pública y con ello va a eliminar el posible efecto positivo de las otras. Intentar reformar el poder judicial será bien recibido entre sus votantes duros, pero el presidente le entregará una causa potente en común a todos los que no están tan convencidos de votar por su partido. Podrá ganar la Presidencia, pero le hará más difícil la tarea a muchos de sus otros candidatos.
Analista político. @emiliolezama