La política es el arte de entender los momentos y las circunstancias. Quien lee mejor los tiempos logra mejores resultados. El problema es que pocos han aprendido la virtud de la paciencia, muchas veces la mejor estrategia es esperar. Hace poco más de un año se pensaba que Xóchitl Gálvez era una candidata competitiva por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero ella —y sus aliados— confundieron un sobresalto mediático con un momento político y se lanzaron en una misión imposible.
El resultado fue desastroso: es improbable que logren ganar la Presidencia, desgastaron a un personaje político que —desde otra trinchera— pudo haberse fortalecido en los próximos seis años y desaprovecharon el momentum generado en la elección de 2021 en la CDMX poniendo a un candidato que no encaja en nada con el sentido político-social de la Ciudad. En política no hay nada seguro, pero lo más probable es que pierdan la Presidencia y la Ciudad de México, pero además pierden a su personaje más fuerte de cara a 2030.
En el lado contrario de la moneda está el caso de Luis Donaldo Colosio Riojas. Hace un año, varias encuestas incluida la de Enkoll, lo colocaban en el segundo lugar de las preferencias electorales sin haber hecho un solo acto de campaña. El apellido pesa. De inmediato, se empezó a especular que Colosio era el mejor candidato para la oposición. A muchos políticos de 37 años, esto se les hubiera subido rápido a la cabeza. A Colosio no, fue muy claro desde el principio; no era su momento. Lo entendió muy bien.
Hoy, no es el momento de Colosio, ni es el momento de la oposición, pero este no será el caso para siempre. Toda narrativa acaba por desgastarse y lo mejor que puede hacer la oposición es prepararse para ese momento. Eso significa ir construyendo personajes fuertes en posiciones claves, y por supuesto ir desarrollando una narrativa coherente, plausible y atractiva de lo que representan. El PRI, PAN y PRD están en una situación crítica, sus campañas no han funcionado y han perdido a su mejor posibilidad de construir un futuro para 2030.
En lugar de ello, la figura política que parece más relevante fuera de Morena, es el hoy candidato al Senado por Movimiento Ciudadano. Colosio tiene su apellido y eso ya es mucho, pero tiene más que eso. Es un político mesurado, inteligente y sensato. En lugar de desbordarse en la intrascendencia de las redes y las tendencias, Colosio parece estar pensando cada movimiento, cada declaración. Hay una sensación de que tiene muy claro su camino.
Desde el Senado tendrá una trinchera importante desde la cual generar visibilidad. Seguramente lo hará de una forma más sensata que la de los políticos del PRI y el PAN; entenderá que la narrativa la tiene la 4T, pero que esa narrativa tendrá que encontrar alternativas, cauces y matices en los próximos seis años. Ahí estará él para acapararlas. Su posición nunca ha sido radical, ni militante. Mientras que a mucha de la oposición le gana el odio a AMLO sobre la estrategia, Colosio ha sido sensato y prudente. Criticar donde debe y callar también cuando conviene. Ha sabido también construir su personaje de forma genuina. Podría ser el personaje enojado y vengativo que viene a cobrar la deuda histórica del país con su padre. En lugar de ello, ha pedido el indulto de Aburto, se ha construido una carrera en un espacio político alternativo y ha decidido construir su carrera un paso a la vez. Sin prisas.
Colosio no es perfecto, el partido que representa tiene una gran crisis de identidad e identificación. Movimiento Ciudadano se ha vuelto una lista sui generis de personajes y causas, y Colosio tiene mucho que mejorar y aprender, pero está en el camino correcto para poder construirse como el personaje principal de la oposición mexicana. En Movimiento Ciudadano hay gente valiosa, Patricia Mercado entre otras. Si Colosio logra construir una narrativa interesante, rodearse de la gente adecuada y construye una posición inteligente ante el próximo sexenio, podrá capitalizar las dificultades que tiene todo gobierno en su segundo periodo.