“La sinceridad de un novelista puede estar reñida con su eficacia”, advierte Arturo Pérez-Reverte en alguna página de su novela El problema final, publicada por Alfaguara del grupo Penguin Random House, en España, en septiembre de 2023. Con 36 novelas publicadas, nadie se atreverá a negar que sabe qué es el género y la movilidad de los límites en que nos deslizamos los novelistas y, por supuesto, nuestros lectores y lectoras, que al parecer, son mayoría. La novela que nos ocupa es un homenaje a uno de los autores más constantes y afortunados del género negro, Arthur Conan Doyle y a su significativo personaje, Sherlock Holmes, ese inmortal que tiene museo en el centro de Londres, donde usted puede comprobar que la ficción fuma pipa y la realidad le acerca los cerillos.

Hopalong Basil, actor maduro, retirado, que filmó 15 películas del habitante del 221B de Baker St, se refugia de un fuerte temporal en un hotel en la isla de Utakos, cerca de Corfú, en Grecia; en la mismo caso se halla un grupo de huéspedes que no pueden abandonar la isla. Solo queda comer, beber, conversar y pasear un poco por una zona que no es azotada por el viento. Todo va bien hasta que aparece el cadáver de una mujer. Avisan a la policía de Corfú que promete hacerse presente en cinco días, cuando amaine la tormenta. Se reúnen en la sala de lectura y acuerdan que Basil se haga cargo de investigar, acompañado de Foxá, escritor español de novelas de bolsillo, como Watson. Sin estar muy convencido, Basil accede a convertirse de Holmes y basado en sus cuidadosas lecturas de la obra de Conan Doyle, ejercicio que también ha hecho Foxá, inician el trabajo. Se mueven con soltura, recuerdan ideas del detective y buscan la manera de encajarlas en la realidad. Basil acepta que se siente bien, aunque no sabe si podrá resolver el caso; además de que se encuentra en una etapa de abstinencia en la que podría flaquear. El caso es que avanzan y pronto tienen un sospechoso, el médico que reconoció el cadáver. Planean conversar con él al día siguiente pero, qué creen, avisan que el señor está muerto, fue asesinado. Oh, una isla donde solo existe el hotel, el personal y sus huéspedes.

Holmes y Watson analizan cada detalle sin llegar demasiado lejos, salvo que ambos delitos han sido cometidos en un cuarto cerrado. Una vez más se reúnen con el grupo que se muestra un poco asustado. Basil observa, lo mismo que Foxá, pero no llegan a conclusiones que se sostengan. Interrogan a todos pero se quedan en las mismas, y aún falta para que aparezca la policía de Corfú.

Como señalé al principio, Pérez-Reverte es un novelista que conoce el arte de narrar y tiene fascinación por crear tramas que son un verdadero reto para sus lectores. Vean estas líneas, “El verdadero arte del narrador policial… no consiste en contar una historia, sino en hacer que el lector, equivocado o no, se la cuente a sí mismo”. Los lectores son personas muy analíticas; y tal vez los más acuciosos sean los que aman el género negro, donde cada atmósfera contiene algún elemento para adelantar por el camino verdadero o por la falsa pista. El problema final es una gran novela. Sepan que todavía hay un cadáver más, ¿quién creen que es? Y como era de esperarse, al más puro estilo del maestro nacido en 1859 en Edimburgo, en el último capítulo se explica todo lo que usted merece saber y no tuvo tiempo de preguntar por estar leyendo de corrido. ¡Qué la disfruten más que yo!

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