Me refiero a Arturo Pérez-Reverte, autor de Sidi, su nueva novela, que es un relato de frontera que transcurre en los primeros siglos del segundo milenio, “en aquella España incierta de confines inestables”, publicada por Alfaguara, de Penguin Random House, en España y México, en septiembre de 1919. Desde luego, el personaje es Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador, cuya leyenda oral se creó en los siglos XII y XIII, y es el primer poema épico copiado en castellano en el siglo XIV que se conserva, y que no sólo fue útil como modelo de lealtad, valentía, honor y respeto entre castellanos de todas las raleas, sino que es básico en el nacimiento y desarrollo de nuestra lengua española. Pero vamos a la novela que no tiene desperdicio, con calma, porque “las prisas también matan”, según sentencia el autor.

Desde un principio, Arturo deja claro que no es una novela histórica sino de aventuras. Sidi, que ha sido desterrado por Alfonso VI, deja a Ximena, su mujer y a sus dos hijas, y se va en busca de fortuna. Alquila su espada al mejor postor, y la del puñado de hombres que lo siguen, algunos como Minaya, Diego Ordoñez y Pedro Bermúdez, que prácticamente crecieron con él. En la primera acción vencen a una banda de moros que habían desolado una región a su paso. Quemaban pueblos, asesinaban a los hombres o los llevaban para venderlos como esclavos y arrastraban con niños y mujeres que nunca corrían con buena suerte. Buscando mejores horizontes se alquilan con el rey moro Mutamán, de Zaragoza, cuyo enemigo a vencer es su hermano Mundir, rey de Lérida. Desde el principio, Mutamán se la pone difícil, Ruy Díaz debe utilizar toda su habilidad para conseguir recursos para pagar y alimentar a su tropa, que debido a su fama es cada vez más numerosa. El rey le facilita el camino para que un judío le preste dinero en condiciones aceptables. Las reuniones para planificar el ataque son constantes. Conoce a Yaqub al-Jatib, un capitán moro que se convertirá en un elemento de gran importancia en los grandes momentos. Díaz debe demostrar en algún momento que sabe seguir las reglas aunque le provoquen dolor. Ya lo descubrirán.

La misión para la que ha sido contratado no es fácil. Mundir es apoyado por el Conde de Barcelona y por el rey de Aragón. Se trata de enfrentar tres ejércitos con uno compuesto por Moros y cristianos. Poco a poco, Sidi y su gente se preparan para una tremenda aventura, que Pérez-Reverte escribe con precisión, de tal suerte que uno puede seguir cada uno de los momentos que viven y desear leer los que siguen. A cada acción se produce una reacción del lector que no puede evitar estar dentro de la historia narrada. Compartimos con el jefe cristiano, “mi nombre es el único patrimonio que tengo”, y la intención de que, “a dónde no llegue tu espada llegue el miedo,” y la sensación de traer “el viento de la guerra en los dientes.” Porque “los hombres no son ideas”, son seres llenos de deseos, leales y valientes, que aspiran a parte del botín para enviar algo a sus familias en Burgos y Vivar porque, “no hay como el hambre… para cambiar los puntos de vista”. Como ustedes bien saben, una novela de aventuras no da cuartel, y Sidi es de las que se viven intensamente y está destinada a quedar en la memoria.

A lo largo de la novela encontramos momentos en que Ruy Díaz recuerda a su mujer y a sus hijas pequeñas, las costumbres religiosas de la época, la comida de los soldados y también la del rey, la especial convivencia entre moros y cristianos en plena reconquista, la fuerza de los nobles y la manera en que se relacionaban con los reyes. Desde luego, también el perfil de un gran guerrero, líder indiscutible que fue una leyenda aún en vida. Pérez-Reverte crea un personaje lleno de emociones, paciente, inteligente, hábil para negociar con los poderosos, leal a sus amigos y un ejemplo para sus hombres, ya que no rehuía el combate. Ya verán ustedes el estilo que tiene de luchar y cómo se hace del histórico caballo Babieca y la no menos importante espada Tizona. La novela está poblada de lenguaje de la época medieval, lo que le otorga una belleza adicional, incluyendo la expresión Sidi Qambitur, como muchos llaman a Ruy Díaz. En fin, qué alegría que uno pueda encontrar buenas novelas para continuar cultivando la esperanza, de que leer es un arte y que todo arte nos hace más humanos, no me digan que no. Y bueno, Leonor y yo les deseamos una Navidad de muchos regalos y sonrisas.

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