La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 6 garantiza la libertad de expresión y el derecho a la información señalando que “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa… El derecho a la información será garantizado por el Estado”.

“De la Patria hemos de hacer un altar para ofrendar en él nuestras vidas,
nunca un pedestal para erigir nuestra ambición sobre ella”
Sen. Belisario Domínguez.

Por su parte el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en el año de 1948 reconoce el derecho a la libertad de opinión y de expresión.

El origen doctrinal de la libertad de expresión como garantía institucional fue en el siglo XVII en Inglaterra a través de tres textos fundamentales en la historia de su Constitucionalismo: la Carta Magna de 1215, la Petición de Derechos de 1628 y la Declaración de Derechos de 1689.

Del mismo modo con la llegada de la imprenta a nuestra sociedad, fue un suceso fundamental en la historia de la libertad de expresión, por ser un instrumento valioso para la transmisión de las opiniones de los librepensadores.

Dentro de los personajes históricos que lucharon contra la censura y por la libertad de expresión encontramos al inglés John Milton quien sentó las bases en la doctrina del concepto de libertad de expresión, como cimiento de la democracia liberal. La idea principal de Milton es que “el libre intercambio de ideas y opiniones es un requisito ineludible para el progreso del conocimiento y para la búsqueda de la verdad”

Por su parte, el estadounidense Thomas Jefferson, máximo defensor de las libertades de pensamiento y expresión y muy en especial de la prensa, consideraba a los periódicos como el mejor instrumento de la libertad de expresión: “La opinión del pueblo es capital para mantener bajo vigilancia a los Gobiernos, orientarlos o censurarlos, y dicha opinión no puede formarse si no existe libertad de prensa.

Gracias a ella, el pueblo se ilustra, y se dota de la información precisa para corregir las desviaciones y errores de los gobernantes”.

A través de su historia, el Poder Legislativo ha expresado a través de algunos representantes la lucha por garantizar la libertad de expresión. El destacado chiapaneco Belisario Domínguez y el duranguense Francisco Zarco son claros ejemplos.

Don Belisario Domínguez, uno de los íconos de la libertad de expresión, médico de profesión y político ideología liberal enarboló los valores de justicia en su conocidísimo discurso ante la Cámara de Senadores denunciando el régimen presidencial de Victoriano Huerta el 23 de septiembre de 1913; texto que es calificado como recordatorio constante de la necesidad de defender la libertad de expresión.

Sin lugar a duda la libertad de expresión es un derecho fundamental y una garantía institucional de una opinión pública libre y sin ella la democracia sería pura utopía.

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