Ante el recrudecimiento de las diversas expresiones de la violencia a escala global, ha cobrado relevancia el discurso de la construcción de paz como política que se registra en acuerdos internacionales, en declaraciones de múltiples organismos y gobiernos provenientes de diferentes corrientes ideológicas y políticas.
El objetivo por la paz se registra en planes, programas y manuales como una vertiente de políticas emergentes para atender la seguridad pública. Los expertos en la paz deambulan tanto en organismos humanitarios como financieros; disertan en foros académicos y publican en revistas especializadas.
Muchas de estas iniciativas de paz , sin ser nuevas, toda vez que sus antecedentes derivan de las guerras mundiales y los conflictos armados en diversas partes del mundo, ha permitido la formación de elites expertas en paz que dispersan su conocimiento a quienes consideran que los necesitan, los “think tank” asesoran a gobiernos y a corporaciones. Y así va una primera vertiente de la construcción de paz, en cascada, de arriba hacia abajo.
En nuestras complejas historias y muy distintos contextos, no faltan quienes se atribuyen la franquicia de la construcción de paz con mentalidades de lo moderno, lo colonial y lo uniforme, y emprenden fórmulas de seguridad pública, en legislaciones , en acuerdos entre elites políticas, con la pretensión de educar en la paz a través de manuales replicando de arriba hacia abajo como lo observa Victoria Fontán “… vienen personas que estudiaron todas las teorías del Norte a sanar al enfermo Sur y decirle cómo se hace la paz”.
Esta estrategia de paz se sostiene en estadísticas gubernamentales y académicas que cuantifican y categorizan la violencia, reforzando argumentos para la centralización de la seguridad pública. Esta estrategia en muchas ocasiones encubre ideologías racistas y de discriminación hacia los “incivilizados”, “los bárbaros”, “los periféricos”, “los otros”; aquellos que habitan regiones con población empobrecida, predominantemente indígenas y afrodescendientes, para ofrecerles la paz del silencio y de la quietud.
Por ello, ante la consideración de nuestra compleja geografía de desigualdades, de norte a sur, entre países, y al interior de estos, entre metrópolis y sus periferias, entre zonas urbanas y las extensas áreas rurales, entre los beneficiarios de los procesos de desarrollo y los excluidos de siempre, habría que registrar que la paz no es un término neutro ni único, tampoco está exento de disputas políticas, sociales y culturales.
Desde la perspectiva de la paz oficial que burocratiza el orden , de la paz solidaria con las injusticias , no solo se niega la diversidad de los contextos, también se niegan las luchas sociales y populares en contra de las injusticias y por la igualdad de oportunidades que se dan en medio de desigualdades sociales de todo tipo; se desconocen las experiencias históricas de conciliación y reconciliación de pueblos y comunidades desde sus saberes ancestrales, se descalifican o criminalizan sus protestas ante los embates externos que se manifiestan en el despojo de sus bienes comunes, en el extractivismo, en las imposiciones y en la violación de sus derechos a decidir sobre sus futuros colectivos.
Este desdén y desconocimiento de los saberes y haceres que ocurren en pueblos y comunidades remite a la necesidad de generar, documentar, compartir y comunicar experiencias y memorias colectivas acerca de cómo se ha construido la paz, o las paces, de quienes han sido agraviados y se reconstituyen como agentes forjadores de paz en territorios complejos y remotos ante las miradas de quienes se dicen expertos del orden.
El trabajo de reconocimiento no implica buscar fórmulas ni respuestas simples, sino caminar por los valles, las sierras y las costas para encontrar rutas distintas de conocimiento en los recorridos a pueblos y comunidades, para conocer-comprender las causas profundas de las tensiones, las diferencias y los conflictos, para escuchar y participar en diálogos colectivos trazando soluciones incluyentes, de respeto a las diferencias propias de una paz plural y abriendo más veredas que se extiendan hacia las esperanzas de futuros mejores.
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Ex Rector de la UABJO.
@Bautistaeduardo