De forma tardía, a destiempo y mal logrado, la Comisión para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó, en agosto pasado, su informe diagnóstico sobre el aprendizaje de los escolares de educación básica (). Digo que se hizo tardíamente, pues el Mejoredu sustituyó, en 2018, al Instituto Nacional para la evaluación de la Educación (INEE), quien todos los años publicaba un estado de arte de la calidad de le educación en México. A pesar de que el nuevo organismo tiene entre sus atribuciones realizar evaluaciones “diagnósticas” de la educación obligatoria, es hasta ahora (cinco años después de su creación) que cumple con esta obligación. Digo que el informe se publica a destiempo, pues debió de haberlo hecho en los primeros momentos en que la pandemia permitió que los estudiantes regresaran a clases, a fin de conocer el rezago educativo ocasionado por el cierre de las escuelas. También afirmo que la evaluación está mal lograda, pues utiliza una metodología rudimentaria y anquilosada para analizar los resultados, que se basa en el porcentaje simple de respuestas correctas a los reactivos de opción múltiple; metodología propia de los años cincuenta del siglo pasado. No obstante, en ausencia de información educativa, como dice el dicho: “…peor es nada”.

Para evaluar los aprendizajes de los estudiantes de educación básica del país, de septiembre a noviembre de 2022, se administraron tres pruebas (Lectura, Matemáticas y Formación cívica y ética) a una muestra representativa de estudiantes que cursaban del 2º grado de primaria al 3º de secundaria. En total, se evaluaron a 1 431 839 estudiantes (83.5% de la muestra seleccionada). La evaluación fue supervisada por los propios docentes de grupo, por lo que no se puede decir que fue un estudio controlado, pero sí estandarizado. Los temas evaluados en Matemáticas fueron los mismos que los evaluados por el INEE: 1) Análisis de datos, 2) Forma, espacio y medida y 3) Número, álgebra y variación. En términos globales, los porcentajes de aciertos de los estudiantes de 2º, 3º, 4º, 5º y 6º de primaria, respectivamente, fueron los siguientes: 57.3, 52.2, 41.6, 32.8, 42.7, lo que arroja un promedio de aciertos de 45.32% (poco menos de la mitad de contenidos aprendidos). Las respuestas correctas de 1º, 2º y 3º de secundaria fueron, en ese orden: 39.5, 36.1 y 36.0, lo que promedia 37.2% (cerca de una tercera parte de aprendizajes esperados).

Si bien, es interesante conocer los datos agregados, aún lo es más conocerlos de manera desagregada. Por ahora, me enfocaré en los resultados del 5º grado de primaria, ya que de los 45 contenidos que conformaron el examen, 39 de ellos se les consideró de alta prioridad de ser atendidos de manera urgente (debido a su bajo dominio). A continuación, señalo algunos de los temas que los estudiantes no aprendieron durante la pandemia (o antes de ella): 99.1% fue incapaz de ordenar fracciones de distinto denominador; 98.6% no pudo relacionar las fracciones decimales con su escritura en punto decimal; 98.2% falló en identificar la representación gráfica de una fracción dada en su expresión numérica; 97.7% no fue capaz de resolver problemas que impliquen sumar y restar unidades de tiempo con el apoyo de un reloj de manecillas, y otro tanto no pudo calcular la mitad o la tercera parte de fracciones usuales usando expresiones equivalentes; 97.2% se equivocó al responder preguntas a partir del uso del dato más frecuente en una tabla; 96.6% no pudo identificar el procedimiento que resuelve correctamente el cálculo del perímetro de un rectángulo, identificar si dos expresiones aditivas y multiplicativas son equivalentes o no, resolver problemas de reparto que impliquen usar y comparar fracciones básicas, identificar la imagen o el nombre de un triángulo dadas las características correspondientes a la medida de sus ángulos o viceversa, e identificar el número decimal que corresponde con su descomposición aditiva.

Los resultados en matemáticas de los estudiantes mexicanos que ingresan al 5º grado de primaria auguran un problema mayúsculo de consecuencias catastróficas, que solo las autoridades ciegas y sus necios asesores pedagógicos no pueden ver ni anticipar. La catástrofe silenciosa, de la que habló Gilberto Guevara Niebla hace treinta años, sigue más vigente que nunca y, aunque pareciera que no podemos retroceder más, en algunos temas estamos muy cerca de lograr lo imposible: cero aprendizajes. Con la desaparición de la asignatura de matemáticas en el nuevo modelo educativo, seguramente, esta meta distópica se logrará.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa A.C.

@EduardoBackhoff

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