Hace tres décadas México apostó al libre comercio como palanca para el desarrollo. La apertura comercial se ha traducido en tratados con más de 40 naciones para realizar exportaciones e importaciones con muy bajos o cero aranceles.

Desde entonces las ventas al exterior crecieron rápidamente: en 2018 las exportaciones totales del país ascendieron a 450 mil millones de dólares, 10% más que el año previo, y el país se ubicó como la decimosegunda potencia exportadora a nivel global.

Lo negativo de la cifra es que 80% del intercambio comercial se hace con solo una nación: Estados Unidos. Aunque la sociedad comercial se ha consolidado con los años, siempre se advirtió del riesgo que representa concentrar la gran parte del comercio en un solo país.

Esa situación la está viviendo México desde 2016 con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Las amenazas de cancelar el pacto comercial estuvieron presentes en su discurso de manera frecuente. Al final, no se suspendió el acuerdo, pero presionó para que se renegociara. Estos días todavía hay peticiones de Estados Unidos a México para que se incluyan en el convenio.

En este escenario, la subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora, dice a EL UNIVERSAL que el objetivo del gobierno federal es diversificar los destinos de las exportaciones mexicanas y reducir la dependencia que tiene de Estados Unidos.

Expertos y analistas siempre han insistido en esa recomendación, pero poco han hecho los gobiernos previos. Es cierto que el mercado estadounidense es casi un sitio natural para las exportaciones mexicanas por la cercanía y por la complementariedad que han alcanzado las economías. A pesar de eso, hay importantes oportunidades comerciales alrededor del mundo cuyo potencial no se aprovecha totalmente.

Aquí también juega un papel clave el sector empresarial, que debe tener una visión global para expandirse a nuevos mercados, aunque siempre se requiere la orientación y el apoyo del gobierno federal, en especial para impulsar las exportaciones de pequeños y medianos empresarios.

Si la diversificación fuera una realidad, la economía del país no tendría por qué padecer la incertidumbre generada por el inquilino de la Casa Blanca. El intercambio comercial con la mayoría de las naciones con las que existe un tratado es mínimo. China ha demostrado que la distancia no es obstáculo cuando se quiere comerciar con el mundo. Ahí está el ejemplo, habría que seguirlo.

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