Se cree que la dieta de los primeros homínidos fue por mucho tiempo similar a la de los chimpancés, nuestros parientes más cercanos: omnívora, con grandes cantidades de frutas, hojas, flores, cortezas, semillas, insectos y un poco de carne de animales pequeños. Pero, hace alrededor de 2.6 millones de años, se produjo un cambio que marcaría un primer hito en la evolución humana: algunos homínidos comenzaron a incorporar a su dieta carne y tuétano de animales más grandes. El primer rastro de este nuevo comportamiento alimentario se encontró en el yacimiento de Gona (Etiopía). Fue particularmente en el homo erectus que se observaron por primera vez rasgos biológicos relacionados con la ingesta de carne: disminución del tamaño de los dientes y de las vísceras y aumento del tamaño del cuerpo y del cerebro. Se cree que fue también el aumento en el consumo de carne y tuétano, ricos en aminoácidos y micronutrientes esenciales, lo que permitió a los homínidos aumentar su tamaño corporal sin perder movilidad, agilidad o sociabilidad.1

Un segundo hito vendría con el uso del fuego para cocinar que, de acuerdo con el antropólogo Richard Wrangham, comenzó hace casi dos millones de años.2 Según Wrangham, éste fue un paso evolutivo gigantesco para la humanidad, que nos proporcionó no sólo comidas más apetitosas, sino también nutrición adicional y excedente de energía. Hace unos 200,000 años, comenzaron a construirse fogones primitivos que, durante los siguientes milenios y hasta hace unos 150 años –cuando se generalizó el uso de la cocina de gas– fueron el elemento central de los hogares.3

Un tercer hito vendría con el surgimiento de la agricultura, que si bien no tiene un origen único (una gran variedad de plantas han sido domesticadas de forma independiente en distintas épocas y lugares) parece haberse desarrollado por primera vez al final del último periodo glaciar del Pleistoceno, o Edad de Hielo, hace unos 12,000 años, cuando las temperaturas aumentaron, los glaciares se derritieron, el nivel del mar subió y los ecosistemas de todo el mundo se reorganizaron.4 La agricultura y la ganadería desencadenaron tal cambio en la sociedad y en el modo de vida de la gente que su desarrollo se bautizó como la “revolución neolítica”, al constituir la primera transformación radical de la forma de vida de la humanidad, que pasó de nómada a sedentaria. A partir de estas actividades, crecieron las ciudades y surgieron las civilizaciones, y como ahora se podían criar cultivos y animales para satisfacer la demanda, la población mundial se disparó: pasó de unos cinco millones de personas hace 10,000 años, a más de ocho mil millones en la actualidad.5

Finalmente, la revolución industrial vendría a transformar nuevamente no solo la manera en la que producimos los alimentos, sino también nuestros hábitos alimenticios, generando nuevos desafíos y problemáticas. En tan solo un siglo, con la industrialización, la agricultura experimentó más cambios de los que había experimentado desde sus orígenes. Por citar un ejemplo, a inicios del siglo XX, más de la mitad de los estadounidenses eran agricultores o vivían en comunidades rurales.6 La mayoría de las explotaciones agrícolas de Estados Unidos estaban diversificadas (producían una variedad de cultivos y especies animales) y los animales se criaban al aire libre.7 La industrialización supuso cinco cambios principales: 1) los campos de cultivo diversificados dieron paso a los monocultivos; 2) la mecanización redujo significativamente la necesidad de mano de obra humana y animal8; entre 1964 y 1976 3) el uso de fertilizantes sintéticos en Estados Unidos se duplicó; el uso de pesticidas químicos aumentó en 143%9; y comenzó el uso de antibióticos en el ganado porcino, avícola y vacuno. Finalmente, la industrialización de la agricultura implicaría 4) la consolidación –el cambio hacia menos granjas, pero más grandes– y 5) la concentración del mercado. Si bien todos estos cambios convirtieron a la agricultura estadounidense en la “más eficiente del mundo”, estas tendencias también tuvieron consecuencias sanitarias y ecológicas negativas.10

A la par de la industrialización de la agricultura y la ganadería, surgieron los alimentos procesados. En los últimos 100 años, la revolución industrial trajo consigo avances que mejoraron la vida útil, la palatabilidad, la disponibilidad y la seguridad de los alimentos, reduciendo enfermedades relacionadas con la falta de micronutrientes, aumentando la diversidad de alimentos y mejorando la seguridad alimentaria. Sin embargo, el consumo crónico de alimentos y bebidas ultraprocesados también desencadenó desde la década de 196011 una epidemia de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta. De acuerdo con cifras del 12, se prevé que más de 4,000 millones de personas en el mundo, el 51% de la población global, sufran de sobrepeso y obesidad para 2035 y que una de cada cuatro personas sea obesa, factor de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión e incluso algunos tipos de cáncer.

En México, de acuerdo con cifras de la , la prevalencia de sobrepeso es del 38% y de obesidad del 36%.13 Adicional a esto, dicha encuesta arrojó que las prevalencias de diabetes y de prediabetes son del 18.3% y del 22.1% respectivamente. Esto es preocupante, ya que de no iniciarse cambios en el estilo de vida –como limitar la ingesta de azúcares, grasas, sal y alimentos procesados y aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y agua, además de realizar actividad física por al menos 30 minutos cada día– y recibir tratamiento de así indicarlo el médico, las personas con prediabetes tienen un 25% de probabilidades de desarrollar diabetes en un periodo de 3 a 5 años. Si crees que estás en riesgo de padecer uno de estos padecimientos, te invito a realizar este que en menos de 1 minuto te informará sobre los factores de riesgo que presentas, además de consultar a un profesional de la salud.

Como hemos visto, los retos a los que nos enfrentamos como humanidad para garantizar un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente para una población cada vez mayor son enormes. Las cifras de la ONU prevén que la población mundial alcance 9,800 millones de personas para 2050.14 Con ello, se vislumbra también un aumento en la demanda de alimentos de hasta un 70%, de acuerdo con las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). De acuerdo con este mismo organismo, los principales retos para las próximas décadas serán combatir el hambre, la desnutrición y la pobreza, al tiempo que se utilizan de forma más eficiente los recursos naturales limitados y se combate el cambio climático.15

En este sentido, la innovación científica para la generación de alimentos se presenta como una gran aliada. Por ejemplo, el sector de la carne cultivada en laboratorio tiene el potencial de revolucionar el sector de la alimentación, al producir carne de manera ética (sin matar animales) y utilizando menos recursos: hasta un 90% menos de terreno y emisiones, y en torno a 80% menos de agua en comparación con los métodos convencionales de hoy en día. Además, esta carne no tendría los mismos riesgos, como la eventual transmisión de enfermedades derivadas de los productos de origen animal convencionales.16

Desde 1979, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, con el objetivo de concientizar sobre el problema alimentario mundial y la importancia de sumar esfuerzos desde gobiernos, empresas e individuos, para que todas las personas tengan acceso a una alimentación sana y nutritiva. Este año, la celebración se centra en el tema del agua, ya que este recurso preciado es finito y debemos cuidarlo para garantizar la supervivencia de la humanidad.17

Director General de Merck México

Referencias:

1 Pobiner, Briana, , Nature Education, Knowledge 4(6):1 2013.

2 Wrangham, Richard, Catching Fire: How Cooking Made Us Human, Basic Books, 2010.

3 Rupp, Rebecca, , National Geographic, 2 de septiembre de 2015.

4 , Britannica Encyclopedia.

5 , National Geographic Education.

6 Ikerd JE. Sustaining the profitability of agriculture. In: Economist’s Role in the Agricultural Sustainability Paradigm. San Antonio, TX: University of Missouri; 1996.

7 MacDonald J, Korb P, Hoppe R., Farm Size and the Organization of U.S. Crop Farming. 2013.

8 Dimitri C, Effland A, Conklin N, The 20th Century Transformation of U.S. Agriculture and Farm Policy. USDA ERS. 2006.

9 Lin B-H, Padgitt M, Bull L, Delvo H, Shank D, Taylor H. Pesticide and Fertilizer Use and Trends in U.S. Agriculture. 1995.

10 John Hopkins Center for a Livable Future – Food System Primer, John Hopkins University.

11 Michael A. Rogers, Hala Amer, , in Trends in Food Science & Technology, Volumen 128, octubre de 2022, páginas 68-74.

12 World Obesity Federation, (Atlas Mundial de la Obesidad 2023).

13 , Gobierno de México.

14 , Naciones Unidas, Centro de Noticias ONU.

15 , Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 23 de septiembre de 2009.

16 Merck Group.

17 , Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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