Cuando parecía que el suministro de microchips había dejado de ser un problema para la industria automotriz, una nueva crisis empieza a asomarse en el horizonte. Sin embargo, esta vez no se trata de un desbalance entre oferta y demanda, que eventualmente se podría corregir. El origen de esta crisis podría ser más bien político.
De acuerdo con estimaciones de la firma AutoForecast Solutions, durante 2022, el sector automotriz enfrentó recortes de producción por cerca de 4.5 millones de vehículos. Ante una adición gradual de mayor capacidad en las plantas de manufactura de semiconductores y el restablecimiento de la demanda, se preveía que este año, el número de autos no producidos rondaría los 2.5 millones de unidades.
En las últimas semanas, sin embargo, un nuevo actor aparece en escena y, aunque bien, no parecería afectar la producción actual de microchips automotrices, sí que lo podría hacer en algún momento de la presente década. Este nuevo actor es un material llamado galio.
El galio es un metal blando y plateado con un punto de fusión muy bajo. Se dice que una muestra de galio podría incluso derretirse dentro de la mano de una persona. Este singular elemento, obtenido al extraer aluminio a partir de rocas de minerales, no tiene, por sí mismo, muchas aplicaciones. Sin embargo, cuando se combina con nitrógeno para formar el nitruro de galio, su valor cambia de forma considerable.
El nitruro de galio, también conocido como GaN, es usado para muchas aplicaciones electrónicas, incluyendo equipos de telecomunicaciones, sensores láser para vehículos autónomos y, de forma cada vez más importante, en microprocesadores y módulos de control para vehículos eléctricos y cargadores. Por sus diversas propiedades conductivas y su facilidad de adopción en los procesos de manufactura convencionales de microprocesadores, el galio se ha posicionado como un serio competidor para el silicón y otros elementos como el grafeno.
El interés por este metal puede verse reflejado en el precio. En 2018, el kilogramo de galio se cotizaba en 275 dólares. En julio de 2023, el precio se ha elevado a 587 dólares. No son muchos los países que extraen y refinan este preciado metal. Sin embargo, China controla 95% de la producción mundial de galio. Aquí empiezan las preocupaciones, dada la confrontación entre Washington y Pekín por el dominio de ciertas tecnologías clave, pero que en los últimos años ha subido de nivel de forma alarmante.
Recientemente, China anunció diversos controles a la exportación de varios metales y materiales considerados clave para este país y, entre ellos, se encuentra el galio. Si bien no se ha especificado en qué consisten esos controles, muchos expertos coinciden en que estas medidas son reacciones a la prohibición del gobierno de Biden a la exportación de equipos de fabricación de microchips al gigante asiático.
La industria automotriz ya ha levantado la mano. Jean-Dominique Senard, presidente de Renault, comentó en una entrevista: “China está poniendo una mano en minas y especialmente en la transformación de metales usados para fabricar baterías. La guerra del futuro será una guerra de metales”. El mismo Senard señalaba su preocupación ante lo que denominaba una “tormenta china”, refiriéndose a la cantidad de coches chinos, principalmente eléctricos que se estaban importando hacia Europa.
Dicha preocupación no deja de ser un mensaje relevante para la industria y la reconfiguración de las cadenas de valor. Mientras los fabricantes europeos apenas empiezan a entender mejor cómo producir de forma eficiente y a escala vehículos eléctricos, los fabricantes chinos parecen llevar años de ventaja en este sentido. La industria tendrá que poner mucha atención y desarrollar alternativas ante lo que podría ser una nueva crisis de insumos de componentes electrónicos.
Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School