Debe ser muy difícil ser aficionado al Cruz Azul. De Chivas, tampoco debe ser sencillo, pero no tan complicado como con el club de La Noria. Y es que, en ambos casos, la realidad no suele ser compatible con la expectativa que su historia, popularidad y grandeza conllevan. Siendo amables, los arranques de torneo de estos dos equipos son poco halagüeños.

En Cruz Azul, faltan funcionamiento y resultados; en Chivas, sólo los resultados.

El caso del Cruz Azul es más difícil de explicar y entender.

Sólo un cementero de cepa, de esos que ya pasaron por las regulares, las malas y las peores, es capaz de comprender (pero nunca de revelar) esa capacidad de autodestruirse tan característica del cuadro celeste (su camiseta es más bien azul marino, ¿de dónde salió eso de celeste?). Y, también, sólo un fanático de ese tipo es capaz de transformar su frustración en ilusión, como los camaleones cambian de color.

Todo parecía ir bien encaminado. Los refuerzos llegaron a tiempo y, aunque usted no lo crea, todos los elegidos cuentan con el pasado suficiente para jugar con Cruz Azul. ¿Qué podía salir mal? En una situación normal: nada.

Pero estamos hablando del Cruz Azul y —poquito antes de arrancar el torneo— el pleito Martín Anselmi-Juan Escobar provocó que todos los espectadores neutrales pensáramos: otra vez, la burra al trigo.

Dos partidos después (ninguno contra un candidato a los primeros puestos), La Máquina acumula un triste punto.

La gente ya abucheó al entrenador y el entorno ya tiene ese tufo raro que siempre rodea a las decisiones institucionales del club.

Van sólo dos fechas, pero el Cruz Azul ya es visto de reojo por su misma gente y créame que es demasiado pronto para eso. Y así será bastante espinoso encontrar el rumbo.

En el Guadalajara, estadísticamente, están igual. Pero hay una pequeña diferencia: el proyecto de Fernando Gago inició sin sobresaltos extracancha que pudieran empardar la situación.

El caso Alexis Vega estaba decidido de antemano y la salida del futbolista rumbo a Toluca le quitó un posible problema de las manos a Fernando Gago.

La directiva ha actuado como corresponde, allanándole el camino al flamante director técnico argentino.

Es por eso que, para Gago, será más fácil imbuir su idea futbolística en el plantel.

Entre menos broncas externas haya, disminuyen los obstáculos rumbo a la obtención de resultados. Ojo, tanto Martín Anselmi como Fernando Gago (sin importar el entorno institucional) tienen que empezar a ganar partidos porque, penosamente, en México no hay proyecto que soporte los malos resultados.

Adendum. Knut no entiende por qué nunca se juega una jornada completa.

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