En Misión Imposible, tanto en la serie televisiva como en las películas, el aparato que le comunica las misiones a Ethan Hunt se autodestruye al terminar de enunciar lo que hay que hacer. Bueno, pues el Cruz Azul es ese aparato.

En La Noria, son expertos en desgarrarse desde adentro, en romper lo que funciona y gestar sus propios ridículos con la precisión de un relojero suizo.

La única diferencia entre la cosa esa y La Máquina es que los Cementeros se tardan más de 30 segundos en hacerse pomada.

El Cruz Azul se comió siete goles y, para acabarla de amolar, fue justo contra su némesis. Por supuesto, los futbolistas son responsables. Diego Aguirre también lo fue y pagó (qué fácil es “arreglar” todo echando a un DT). Pero los máximos responsables del hoyo en el que se encuentra el Cruz Azul son sus dirigentes. Y, aunque parezca increíble, ellos serán los únicos que no pagarán las consecuencias de la vejación a la que el América los sometió.

Hace poquito más de un año, el Cruz Azul rompió con su maldición.

Ese equipo fue líder de la competencia, también la mejor ofensiva y mejor defensiva. Pero 15 meses después, son penúltimos de la clasificación, la peor defensiva y el equipo no se parece en nada al que levantó el trofeo en mayo de 2021.

Después del título, la cúpula celeste se ha dedicado a tomar malas decisiones. Ya sea por grillas políticas, soberbia o incapacidad, decidieron echar a Álvaro Dávila, el arquitecto del campeonato. Además, por cuestiones inexplicables y, a sabiendas de que el cuerpo técnico y los jugadores estaban en total desacuerdo, recontrataron a Jaime Ordiales. El buen ambiente se fue al carajo y el Cruz Azul comenzó a vivir en un entorno enrarecido.

Juan Reynoso no podía ver ni en pintura a Jaime Ordiales. ¿Solución? Afuera el entrenador que finalizó con la racha maldita de 23 años sin ganar la Liga.

Es verdad que el equipo ya no jugaba tan bien, pero esa misma directiva dejó salir del club a futbolistas como Jonathan Rodríguez, Luis Romo, Orbelín Pineda, Yoshimar Yotún, Pablo Aguilar o Pol Fernández.

Para acabarla de chin..., y al más puro estilo de Cruz Azul, todas las redacciones del país se enteraron del despido de Juan Reynoso antes que el mismo DT. Ah, y para acabarla de chin... versión dos, Jaime Ordiales (por quien se hipotecó la paz del plantel) se fue a chambear a la dirección de Selecciones Nacionales a las primeras de cambio.

El América metió las siete anotaciones, pero los padres de la goleada trabajan en las oficinas de La Noria.

Adendum. Knut, absolutamente destrozado por la goleada (y quizá ebrio), me escribió el sábado lo siguiente: “Qué bien juega ese Fidalgo”.

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