Las películas que nos enamoran son las que nos recuerdan nuestra vida. Saber que hasta Superman puede sentirse solo y herido hace que entendamos que el camino es complicado para cualquiera.

Ver esas faltas y cómo sus protagonistas logran transformarlas en algo mejor nos da la seguridad de que el futuro será diferente a los problemas de hoy y que saldremos de una dura situación. Esta potente estructura narrativa se llama “el viaje del héroe”: las buenas historias giran en torno a estos altibajos que, cuanto más profundos y dolorosos, se tornan más luminosos.

Buenos ejemplos de clásicos que la han usado son filmes como Star Wars, Harry Potter y El rey león. El truco que descifró Joseph Campbell en 1949 y que se ha estudiado hasta el cansancio se resume en tener a un personaje común que lleva una existencia normal, hasta que un día la vida le da un vuelco y le pone todo patas arriba, llamándolo a la “aventura”.

La persona en cuestión, sin buscarlo ni pedirlo, de pronto tiene que ir a resolver esa tarea que se le ha encomendado. Para lograrlo, tendrá que aprender nuevas cosas y se verá envuelto en una serie de desafortunados incidentes en los que todo será difícil y comenzará a hundirse en la más absoluta desesperación. Porque al héroe hay que despojarlo de afectos, de autoestima, de esperanza y golpearlo.

Hacer que quién lo mire piense que no hay alternativas posibles hasta que, poco a poco, el cuento empiece a cambiar y el héroe se levante de las cenizas, demuestre de qué está hecho y lo acomode todo: desde los afectos rotos hasta su corazón.

Ahí comienza lo más interesante de su viaje, cuando con las nuevas herramientas que va adquiriendo puede ver la luz al final del túnel. El consuelo, la justicia y la sabiduría que lo ocurrido le ha dejado lo esculpe en alguien mejor.

Todo cae por su propio peso y el héroe siente un gran alivio al ver que el dilema se ha resuelto y él ha salido más fortalecido que nunca. Ha habido una mutación en el personaje que no termina siendo el mismo que inició.

Cuánto más brutal es la caída, la historia es mejor porque podemos aprender con él a lo largo de su odisea: de sus herramientas para salir adelante, de la resiliencia que tiene que demostrar, así como de otras virtudes que le requerirá la conquista como la paciencia, el perdón, etc.

Los relatos provienen de la realidad. Este viaje no es más que una condensación de muchas experiencias que los seres humanos atravesamos. De retos a los que tenemos que enfrentarnos sin haberlos llamado. También de pérdidas inesperadas.

De etapas oscuras en donde sientes que la vida te está golpeando y siendo injusta contigo porque tu historia no se está contando bien y nadie la quiere escuchar. En esos momentos ayuda pensar en este gran viaje, el de la transformación. Y saber que a cualquiera que quiera convertirse en héroe le tocará asumir las caídas para después levantarse más sólido, fuerte y humano. Y que todo, siempre pasa.

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