Estamos a cuatro semanas de acudir a las urnas y estamos cada vez más cerca de definir el país que queremos y ser corresponsables en la construcción del futuro que merecemos.

El próximo dos de junio vamos a elegir entre dos opciones: una, la de los cuatroteístas, que siguen prometiendo que las cosas van a cambiar, que van a trabajar en las mismas promesas -esas que esta administración no fue capaz de cumplir-; que aseguran seguir con la transformación, sin importarles que sólo han dejado enormes pérdidas, miedo, dolor y, lo que es peor, enojo entre las y los mexicanos.

Este proyecto define la aplicación de las normas acorde a la inmoral interpretación de quien juró guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, porque se ha autoatribuido una supuesta superioridad sobre el resto de la población que le ha llevado a normalizar la violación selectiva de las normas.

Se trata de una opción alejada de la certeza jurídica, con una clase política incapaz de asumir su responsabilidad en el servicio público, pero eso sí, siempre dispuesta a justificar sus erratas y omisiones en el tiempo pasado, mientras destruye el presente institucional y fulmina las reglas democráticas.

Una clase política que ha construido su narrativa basada en la repetición de la mentira meticulosa y en la violación constante de la ley. Como dice el gran jurista don Diego Valadés, recurren a la alteración sistemática de la verdad, a la anulación o disminución de los adversarios, a la activación de las pasiones y a la cínica omisión del Estado de Derecho, para mantener su versión de la "realidad", la de los otros datos, la de los inexistentes hechos de la 4t, para normalizar el incumplimiento de las leyes.

Se trata de los cuatroteístas, los que dilapidaron más de 350 mil millones de pesos de fideicomisos destinados a apoyar la ciencia, la tecnología, el arte, el campo, a los pequeños y medianos empresarios, a la salud, y prefirieron usarlos en obras que no han concluido y que debemos financiar por al menos 30 años.

Ellos son los que van a robarse las Afores, ese dinero ahorrado durante años de trabajo, con el pretexto de que no se ha reclamado… en lugar de buscar a los dueños de esas cuentas privadas.

Ellos, que prometen seguridad, un sistema de salud como Dinamarca y, a cambio, se alían con los delincuentes y abandonan a las y los mexicanos a merced del crimen organizado, que los dejan sin medicinas y sin servicios médicos.

Ellos, los que quieren a tus hijos e hijas ignorantes, adoctrinados e ideologizados. Los que nos dividen todo el tiempo y gobiernan sólo para unos, poniendo de pretexto al pueblo que en realidad no les importa.

Ellos, los que tienen legisladores incapaces de cumplir con su responsabilidad y solo han sido levantamanos de las ocurrencias y caprichos de su jefe mayor.

En contraste, está una mejor opción, la que convoca a un México donde quepamos todos y nos invita a votar por el respeto a nuestras instituciones: para que el dinero público alcance para la prosperidad de todos y se maneje de forma transparente; para que regrese el Seguro Popular y se tenga la atención médica que se requiere, las medicinas y los programas que el Estado está obligado a dar a la población, sin tronarse los dedos al final del mes porque los ingresos familiares apenas alcanzan para los gastos básicos; para que no sigan subiendo los precios de la canasta básica.

Para que vuelvan las escuelas de tiempo completo; para que las policías municipales y estatales se fortalezcan y de verdad protejan nuestras vidas y las de nuestras familias, para que las calles vuelvan a ser nuestras y no de los delincuentes.

Para que el campo renazca y se apoye a los productores sin condicionamientos; para que se invierta en infraestructura hidráulica y llegue agua limpia a todas las casas.

Para que nadie sea catalogado como fifí o chairo, neoliberal o conservador, para que simplemente volvamos a ser un país donde quepamos todos, donde se respete el pensamiento diverso, donde las siguientes generaciones puedan disfrutar un México con vida, verdad y libertad.

Para construir un porvenir incluyente, respetuoso de todas las voces y tolerante, ese en el que entren todas y todos los habitantes de nuestro territorio y más allá de nuestras fronteras.

Tú, ¿qué eliges?

¡Yo ya elegí a Xóchitl Gálvez, porque somos más los que vamos a trabajar por México!

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