En enero de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto dio banderazo de partida a la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) la cual establecía como sus principales metas, trazadas para el año 2030, reducir en 50% la tase de fecundidad de los adolescentes entre 15 y 19 años, así como erradicar los embarazos en niñas de 14 años o menos. Para ello, la ENAPEA marca 5 objetivos, 19 líneas de acción y, además de la meta señalada, en el corto plazo pretende reducir a 63.1 nacimientos por cada mil mujeres para el 2018.

Sin embargo, para finales del mismo 2015, el Instituto Nacional de Estadística y geografía contabilizó 2,353,596 nacimientos de los cuales, el 18.2% correspondía a mujeres menores de 20 años (INEGI). Es decir, 428,354 embarazos, cifra que mantiene el promedio de natalidad entre adolescentes de años anteriores y que coloca a nuestro país en el primer lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con 77 alumbramientos por cada mil mujeres entre 15 y 19 años (OCDE, 2016).

Si bien es muy pronto para condenar al fracaso a la ENAPEA o aseverar que no cumplirá con sus metas, a poco más de dos años de haber sido lanzada existen diversos estudios que ponen de manifiesto problemáticas latentes que, por lo menos, dificultarían los objetivos de dicha estrategia.

Por ejemplo, un estudio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología () al relacionar la vulnerabilidad social –de la que se ha hablado anteriormente en este espacio- con el embarazo adolescente, identificó que, a mayor grado de marginación y menor nivel de escolaridad, existen índices más altos de fertilidad entre adolescentes (González Ulloa, 2015).

En estos contextos, identificar las percepciones, conductas y hábitos de los adolescentes en el ejercicio de su sexualidad es un paso necesario para prevenir y atender la problemática. En un estudio de 2016 ( llevado a cabo entre jóvenes estudiantes (14 a 17 años) del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnicas (CONALEP) de las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tláhuac en la Ciudad de México, demarcaciones que presentan una alta prevalencia de embarazo adolescente (tan solo en Iztapalapa se contabilizaron 27,796 alumbramientos entre jóvenes de 15 a 19 años, y 73 entre menores de 14 años –INEGI, 2016-), se dieron a conocer resultados interesantes en materia de derechos sexuales y reproductivos, uso de métodos anticonceptivos, conocimiento en materia de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y proyecto de vida de los jóvenes.

La población muestra de dicho estudio manifestó estar consciente de sus derechos sexuales y reproductivos, aunque el 25% desconocía que decidir de manera libre y responsable el número de hijos que deseaba tener formaba parte de estos derechos, mientras que el 42% tampoco consideraba dentro de los mismos alcanzar el nivel más elevado de salud sexual.

Por otra parte, 10.4% de los jóvenes no estuvieron de acuerdo que una pareja del mismo sexo tenga el derecho de contraer matrimonio, cifra que alcanza el 16.4% de rechazo en lo relativo a la adopción de niños. Sin embargo, conviene aclarar que el porcentaje de hombres que rechaza o está en desacuerdo con los derechos de las parejas homosexuales es mucho mayor que el de mujeres, (diferencias porcentuales de 15 y 11 puntos, respectivamente).

En lo respectivo al aborto, los jóvenes lo aprobaron únicamente en dos circunstancias: cuando la salud de la madre peligra (65.4%) y si la madre así lo desea (50.6%), no teniendo la misma aprobación otros escenarios como la falta de recursos económicos, cuando el embarazo es resultado de una violación o en caso de que la madre sea menor de edad.

Los padres y madres de familia (40%) son la fuente de información a la que recurren los jóvenes de la muestra cuando tienen alguna duda sobre sexualidad, aunque también existe un porcentaje considerable (10.5%) que acude en primera instancia al Internet, no obstante que la información disponible en dicho medio no siempre sea del todo confiable ni verídica.

El 58% de los jóvenes que participaron en el estudio aseguraron haber tenido relaciones sexuales, aunque el 1.4% de ellos lo hizo en contra de su voluntad. Sin embargo, es importante señalar que el porcentaje de mujeres que respondieron afirmativamente estas preguntas fue considerablemente mayor que el de hombres; de tal forma, 67% de las jóvenes ya habían tenido una relación sexual de las cuales, el 4.2% lo hizo en contra de su voluntad.

En lo relativo al uso de métodos anticonceptivos, dentro del grupo de jóvenes que expresó ya haber tenido relaciones sexuales, el 66.2% aseguró usar algún método siempre, mientras que 18.9% de ellos señalaron usarlos en ocasiones, y el 14% manifestó nunca utilizarlos. Sin embargo, el porcentaje varía entre hombres y mujeres, considerando que el porcentaje que no utiliza nunca métodos anticonceptivos es mayor entre los primeros, en tanto que la proporción que los utiliza sólo en ocasiones se eleva entre las segundas.

Indagando en las razones que los jóvenes tienen para no utilizar métodos anticonceptivos, el 46.7% señaló que era porque no les gustaba, mientras que el 40% expresó tener un acuerdo con su pareja para no usarlos, en tanto que un porcentaje menor (13.3%) manifestó que era por su deseo de tener hijos. Esto llama poderosamente la atención considerando que una de las opciones del cuestionario presentado a los jóvenes era no utilizarlos por no conocer ningún método, contradiciendo la creencia de que la desinformación sobre estos es una de las causales principales para la incidencia de embarazos en adolescentes.

En cuanto al proyecto de vida de los jóvenes, 84% expresó su interés en tener hijos; dentro de esta proporción de la muestra, el 57.3% señaló que el momento en el que le gustaría procrearlos sería posterior a haberse casado, mientras que solo el 22.9% mencionó que lo haría al terminar su carrera universitaria. Es decir, la meta de tener hijos se asocia a la consumación del matrimonio y no como un paso posterior al logro de su desarrollo académico y profesional que les permitiría otorgar una mejor calidad de vida a sus hijos.

Asimismo, en la conformación de la familia existen algunos aspectos a considerar; por ejemplo, el 91.8% aseguró que la familia es muy importante para ellos, a pesar de que este porcentaje se redujo hasta el 37.3% al mencionarles a la pareja. Es decir, la meta de la familia como ideal es en una medida considerable, mucho más relevante en la vida de los jóvenes que el de la pareja como un medio/fin/integrante dentro de dicho ideal (CIS-Inmujeres, 2016).

La información generada dentro de este estudio es importante en el marco de la ENAPEA. Si bien es representativa de un grupo poblacional y etario específico de la CDMX, pone de manifiesto algunas problemáticas relevantes para que el ejercicio de su sexualidad sea informado y responsable: en primera instancia, es fundamental que los jóvenes no solo conozcan, sino que ejerzan sus derechos sexuales y reproductivos. La censura, reprimenda y las burlas en torno a la sexualidad no tienen cabida dentro de la educación sexual en las escuelas, familias y centros de salud.

Esto enlaza con la importancia de fomentar entre los jóvenes el sentido de no discriminación y respeto de los Derechos Humanos de todas las personas. Ellos mismos son un grupo en situación de vulnerabilidad al que se le suele discriminar por razones absurdas, por lo que concientizarlos sobre la importancia de no reproducir estas conductas, especialmente por razón de género o preferencias sexuales, es vital.

Finalmente, la sexualidad debe ser abordada desde un enfoque afectivo, incluyente de sus necesidades e intereses, y como parte fundamental del desarrollo de los jóvenes para forjar su proyecto de vida. La educación sexual no puede dejar de lado nociones como el placer, el afecto, las relaciones de pareja y la relevancia de ejercer una sexualidad informada y responsable dentro de los proyectos de vida de los jóvenes. Cualquier estrategia que se implemente y en específico, la ENAPEA, pueden considerar estos estudios para enriquecer sus líneas de acción y lograr su cometido.

Néstor Mauricio Sánchez Hernández

Ciudadanía para la Integración Social A.C. (CIS)

@CISOCIALAC @ObsNalCiudadano

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