En las últimas semanas, luego de los resultados de las elecciones de julio, se han expresado varios puntos de vista sobre lo que el futuro gobierno central y futuros gobiernos estatales deberían hacer para mejorar las condiciones de seguridad y violencia en nuestro país. Sin embargo, poco se ha reflexionado en relación a las estrategias que tienen una incidencia a nivel local para reducir la violencia.

En efecto, muchas de las propuestas y señalamientos de distintos actores de la sociedad mexicana, que, si bien son pertinentes, se han centrado por ejemplo en el debate de el papel de la nueva Secretaria de Seguridad Pública, en el replanteamiento de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad pública, la propuesta de pacificación, etc. No obstante, es importante ajustar el lente y también reflexionar en torno a las estrategias a escala barrial para enfrentar de manera más efectiva el fenómeno de la violencia.

El papel de los actores locales, gobierno y sociedad, resulta relevante, toda vez que son estos quienes conocen con mayor precisión las dinámicas socioespaciales que se desarrollan en el entorno inmediato, es decir, distinguen la forma en que los habitantes de las colonias resuelven sus conflictos y saben cuáles son aquellos espacios que representan mayores riesgos para la integridad física.

Pero ¿Qué tipo de estrategias a escala barrial podrían mejorar las relaciones de convivencia? Promover una mayor colaboración de los habitantes podría ser una alternativa atractiva, sin embargo, esta no garantiza la ejecución de medidas adecuadas para mejorar las relaciones de convivencia. Por ejemplo, en muchas ocasiones cuando se convoca a la participación, los vecinos promueven acciones que, paradójicamente, inhiben las redes de colaboración entre los mismos, a saber, levantamiento de muros, lo cual termina generando distanciamiento social y espacial.

Las propuestas ciudadanas promovedoras de una mayor capacidad coercitiva del Estado, como lo es mayor número de policías en los vecindarios o incremento de cámaras de videovigilancia, no significan la inhibición definitiva de las conductas violentas. En otro momento habíamos expuesto como en los presupuestos participativos de la Ciudad de México, por ejemplo, cuando se piensa en proyectos para la seguridad para las colonias, regularmente se traduce en mayores rondines de policías y el incremento de tecnología de video vigilancia, sin embargo, esto no ha funcionado. El Observatorio Ciudadano de la Ciudad de México hace unos días dio cuenta que, a pesar de que la ciudad cuenta con una de las mayores infraestructuras para el combate a la inseguridad, se está experimentando uno de los periodos más violentos de la historia contemporánea.

Además, antes de pensar en la capacidad de organización de los vecinos, es importante considerar que en muchas ocasiones el recurso de la colaboración, los vínculos de confianza y la capacidad de movilizar recursos está ausente en los vecindarios. De esta forma, es importante que las autoridades y los actores locales promuevan la conformación de estos recursos. Pero estas redes de colaboración deben ser acompañadas, además, por la conformación de normas sociales que sancionen informalmente las conductas violatorias de las reglas de convivencia de los vecindarios, pues de lo contrario, se corre el riesgo que los recursos societales funcionen a favor de las conductas criminales y violentas (Morenoff. et.al, 2001).

Finalmente, pero no menos importante, se debe considerar el mejoramiento de las condiciones materiales de los habitantes. De lo contrario será muy complicado, o imposible, que los habitantes logren tejer redes de colaboración en un contexto en donde las necesidades más indispensables no han sido garantizadas.

Entonces, si se quiere asumir un compromiso por reducir la violencia a través de estrategias distintas a las aplicadas desde lo local, es importante mejorar las condiciones materiales de los vecindarios y las instituciones sociales que regulen el comportamiento.

José Ángel Fernández Hernández

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano

@DonJAngel

@ObsNalciudadano

Fuentes:

  1. Morenoff, J., Sampson, R., & Raudenbush, S. (2001). Neighborhood inequality, collective efficacy, and the spatial dynamics of urban violence. Criminology, 39(3), 517-558.
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