En las últimas semanas, justo antes del inicio de campañas (si es que podemos diferenciar entre pre campaña y campaña) tuvimos “la primavera política”. Donde una especie prolifera y probablemente endémica de México resurge para la búsqueda de su supervivencia. Es su periodo vital en su ciclo de vida ya que de no encontrar un nuevo “nido” quedan a merced de depredadores (desempleados, sin fuero, rascarse con sus propias uñas). Y una vez pasado este ciclo que empieza su etapa “reproductiva”. Su reproducción sería comparable con lo que los biólogos llaman “fisión binaria”, la cual es en términos simples es que se dividen en dos, multiplicándose así a un “alter ego” (es así como tenemos cientos de estos insectos). Por lo que para encontrar su nido están dispuestos a lo que sea, algunos incluso desarrollan habilidades camaleónicas para poder ser recibidos en otras colonias (partidos políticos) aunque en otros momentos hayan sido enemigas.

Esta especie es tan peculiarmente mexicana como lo axolotl o el xolotzcuintle, me refiero al “caelífero politicus” o en lenguaje llano chapulines. Estos insectos se dedican a aprovechar los recursos que puedan obtener (sin importar su destino original o si otros lo necesitan) con tal de preservar su especie. Y una vez extinto los recursos “saltan” a otro “nido”. ¡Se han documentado casos de insectos que han vivido en este sistema por más de 30 años! Verdaderamente digno de un estudio profundo y serio.

¿Cuál es el problema?, que estos insectos lo hacen excusándose o protegiéndose bajo dos cosas: primero es legal (hay leyes que permiten que los servidores públicos, gobernadores, diputados y demás cargos públicos puedan cambiar de puesto cumpliendo ciertas normativas), y segundo por el “derecho” de ejercer sus prerrogativas políticas como ciudadanos de nuestro gran México.

Y es aquí donde los invito a una reflexión personal, que es sobre la autonomía de los poderes de la  República. Como saben la república tiene como uno de sus signos más distintivos su composición en equilibrio o contrapeso de tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo rara vez (si no es que una vez que se retiran) los jueces, magistrados y personal del poder judicial cambia de giro o buscar cargos en los otros poderes. Lo cual, desde mi punto de vista, les da continuidad y autonomía.

No podemos decir lo mismo del ejecutivo y legislativo. Que es donde vemos lo que anteriormente llamaba “primavera política” donde antes de las elecciones (coincidentemente en primavera) empiezan las faltas en las cámaras, peticiones de licencia, negociaciones, etc. Lo cual a la sociedad nos ha generado molestia y enojo ver como más que el servicio buscan simplemente su permanencia en el poder. Aquí es donde cabe la reflexión ¿Qué es más importante la autonomía de poderes o el “derecho político” de un individuo? ¿El bien común o el bien individual? Si una persona elige un camino de vocación profesional, tienen todo el derecho y amparo de las leyes de continuar en él, pero esto implica (como toda decisión en la vida) el sacrificio de otras posibilidades.

Qué pasaría si las leyes limitan el ejercicio profesional de los servidores públicos a ejercer su carrera en el ejecutivo, legislativo o judicial, y que estuviera abierto un cambio pero dejando un periodo razonable donde inicie en igualdad de condiciones que otros competidores (no es lo mismo que un gobernador con licencia compita para senador que un ciudadano u otro candidato), tendríamos otra categoría de políticos y evitaríamos prácticas chapuceras, de bajo nivel y de dudosa legitimidad.

Javier Bolio Hernández

Observatorio Ciudadano Veracruz - Boca del Río

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