La noche del 18 de septiembre de 1968 , en camionetas, jeeps y tanquetas, elementos del Ejército avanzaron a las instalaciones de Ciudad Universitaria (CU) por órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional y detuvieron a 650 personas entre ellos estudiantes, profesores, investigadores, funcionarios, empleados y a padres de familia que participaban en una asamblea.

La explicación de las fuerzas armadas fue que los edificios de la máxima casa de estudios habían sido ocupados de manera ilegal por grupos extrauniversitarios y además, con fines ajenos a los académicos.

Con motivo del 50 aniversario del movimiento estudiantil EL UNIVERSAL abre su archivo histórico y con ello realiza un recuento del día a día de las actividades que acontecieron en México en la cuales incluye mítines, marchas, asambleas y loe hechos del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Los elementos de la milicia mexicana, aproximadamente a las 21:00 horas, estaban concentrados al rededor de CU en las avenidas Insurgentes y Universidad, en espera de la orden de avanzar. Una hora después el general Gonzalo Castillo da la orden para avanzar y tomar las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En el acto, los soldados detuvieron con armas encañonadas en mano a todo estudiante, profesor y persona que se dieron cita para participar en una asamblea, incluyendo a padres de familia

Ifigenia Martínez de Navarrete entonces directora de la Escuela de Economía y hoy senadora de la República por la bancada de Morena; Julio González Tejada, entonces director de director de Orientación y Servicios Sociales; Pablo Marentes, quien era director de Información y Relaciones; Rafael Moreno Montes de Oca, ex director de Publicaciones, y Armando Sayas, quien se desempeñaba como director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad.

Los elementos de las fuerzas armadas, no sólo realizaron detenciones arbitrarias, sino que rompieron cerraduras de aulas, oficinas, archivos, gavetas y escritorios ya que buscaban propaganda subversiva y armas; durante el proceso se apoderaron de documentos oficiales que eran propiedad de la UNAM.

A las 22:25 horas Radio Universidad dejó de transmitir y cinco minutos después la Secretaría de Gobernación (Segob) emitió un comunicado de prensa en el cual justificó la entrada del Ejército para salvaguardar la autonomía de la Universidad y salvarla de personas que no tenían nada que ver con la comunidad de esa institución.

“Hubo necesidad de hacer uso de la fuerza pública para desalojar de los edificios universitarios a las personas que no tenían derecho a permanecer en ellos, con el fin de hacer su entrega, a la brevedad posible, a los funcionarios correspondientes, así como para restablecer la autoridad interna y salvaguardar la autonomía universitaria, ahora sí violada por quienes han interferido en el ejercicio de las facultades de sus órganos de gobierno legítimamente constituidos e impedido el cumplimiento de la elevada función pública que tiene a su cargo nuestra máxima Casa de Estudios”, se leía en la páginas de El Gran Diario de México.

En la explanada de Rectoría los detenidos fueron golpeados y sometidos por los elementos de la fuerza armada, mismos que izan la bandera que José Barros Sierra había colocado a meda hasta como protesta en contra de la violación a la autonomía universitaria.

Algunos de los detenidos protestaron y gritaron como consigna “¡Ahora sí los integrantes del Ejército podrán decir que pasaron por las aulas universitarias!”, entonaron el Himno Nacional Mexicano y lanzaron “vivas” al país y a la libertar de la UNAM.

Después de las consignas, los soldados trasladaron a la Cárcel Preventiva de Lecumberri a los 650 detenidos a la Procuraduría del Distrito Federal y a la Jefatura de Policía, donde fueron interrogados sobre su presunta participación en el movimiento estudiantil.

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