Eran otros tiempos. Tiempos de espías y de la Guerra Fría. El asesinato de John F. Kennedy en 1963 ocurrido en Dallas, fue investigado en Texas pero también en las calles del entonces Distrito Federal [En México]. Las pesquisas se realizaron con urgencia, y a juzgar por el gobierno cubano de entonces, “con arbitrariedad”.

El presidente actual de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó hace poco la desclasificación de archivos relacionados con el magnicidio. A partir de esa importante noticia, EL UNIVERSAL revisó sus propios archivos y redes cuando cubrió una crisis diplomática que si bien nunca fue oculta, estaba prácticamente en el olvido.

Lee Harvey Oswald, detenido y señalado como asesino material del presidente estadounidense, estuvo en México del 26 de septiembre al 3 de octubre de ese año, apenas 50 días antes del crimen.

Tras el asesinato, el 22 de noviembre, esta casa editorial publicó cinco días después un cable de United Press International refiere que la investigación que le importaba a todo EU estaba pendiente y también se realizaba en suelo mexicano. “Funcionarios mexicanos confirmaron el informe de que él estuvo en México y de que trató de conseguir una visa para ir a Rusa vía La Habana”, se lee en la nota de aquel día.

“Se sabe que investigadores mexicanos de la más alta categoría han sido comisionados para cooperar con los hombres del FBI en esta investigación para descubrir los movimientos de Oswald en su visita a la Ciudad de México. Las embajadas cubana y soviética negaron que éste hubiera visto a altos funcionarios, aparte de los destinados a tramitar las visas”, continúa el texto.

Tres días después de la primera publicación, este diario dio a conocer un cable de France Press que refiere una nota diplomática que el gobierno cubano presentó ante la embajada mexicana en protesta por la detención e interrogatorio al que la policía sometió a una tal Silvia Durán, empleada del consulado.

En la página 10 del periódico se lee el encabezado: “Ofende el Gobierno de Cuba a la Policía Mexicana”, y se cita la nota diplomática firmada por el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, entregada al embajador mexicano Gilberto Bosques.

Acusó entonces el gobierno de Fidel Castro una “detención e interrogatorio violento y coactivo de una empleada y su esposo”, que habría ocurrido el sábado 23 por la noche.

“Su domicilio fue violado y se hizo un registro”. Fue personal de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) el que hizo la diligencia

“Se les mantuvo en prisión hasta las 12 de la noche, aproximadamente, y durante la detención fue sometida a un violento y coactivo interrogatorio en relación con la solicitud de visado de tránsito formulada en el mes de septiembre por el estadounidense Lee H. Oswald”, registra el documento.

El tono fue criticado, según EL UNIVERSAL, por múltiples sectores de la sociedad mexicana, en especial la referencia hacia la policía mexicana, que acusó La Habana “de forma grosera, ilegal e injustificable… a los agentes policiacos que arrestaron, maltrataron e investigaron a la señora Durán.”

“El gobierno revolucionario de Cuba se siente en el derecho y en el deber de formular ante el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos esta protesta”, cierra.

Un día después, desplegada en las famosas ocho columnas de este periódico, se publicó lo siguiente: Rechaza México la injuriosa “Nota” del Gobierno de Cuba.

Silvia, la mexicana investigada por el asesinato de JFK
Silvia, la mexicana investigada por el asesinato de JFK

“Respecto a la señora Silvia Durán, por la que se quejaba el canciller castrista, señor Roade que había sido detenida e interrogada por la policía de México, ella es ciudadana mexicana y no requiere la ‘protección’ de un gobierno extranjero, puesto que de necesitarla serían las leyes mexicanas las que le garantizarían ésta”, dice la primera plana del 29 de noviembre de 1963.

“El hecho de que la señora Durán labore en un consulado, no le quita su nacionalidad ni le otorga inmunidad de ninguna clase, y no la sustrae a la jurisdicción de las autoridades mexicanas”.

Entre la condena de círculos de industriales y de diplomáticos a la nota cubana, resalta la del entonces senador Fidel Velázquez, también secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), quien dijo “no conocemos los hechos que motivaron la protesta cubana, pero conocemos la altura moral de nuestro gobierno, por lo que consideramos infundada dicha protesta, sobre todo por los términos en que está redactada, ya que contiene frases agresivas para nuestro país”. Velázquez permaneció al frente de los destinos de la CTM por más de 40 años.

De Silvia Tirado de Durán, diversos libros e investigaciones han referido que tuvo una relación amorosa y/o sexual con Oswald. Lo cierto es que su declaración ante la policía mexicana evidenció que la colaboración entre México y EU era intensa, y que los movimientos de éste en nuestro país quedaron registrados ante autoridades migratorias que le siguieron de cerca.

El país que Oswald conoció

De acuerdo con el Informe Warren, el documento donde se concentró la información reunida en torno al magnicidio, Oswald tomó un autobús Flecha Roja de Nuevo Laredo a la Ciudad de México el 26 de septiembre.

En el viaje de 20 horas, testimonios recogidos apuntan a que no hablaba español y que las veces que se detuvieron para comer, señalaba con el dedo las imágenes de los platillos en el menú que quería.

“Visitó la embajada cubana el viernes 27 y habló con la señora Silvia Tirado de Durán, una ciudadana mexicana empleada allí”, refiere el informe. La declaración firmada de Durán recogida en el Informe Warren dice lo siguiente traducida del inglés al español:

“Solicitó una visa cubana en tránsito a Rusia y según su solicitud, dijo haber vivido en este país durante tres años; aseguró estar casado con una mujer rusa y manifestó el deseo de ser aceptado como amigo de la revolución cubana”.

Aparentemente, su intención era ir a Cuba el 30 de septiembre y permanecer allí dos semanas antes de dirigirse a la entonces Unión Soviética. Nueva información sugiere que esta era su ruta de escape tras el asesinato.

Según el mismo Informe Warren, Oswald se dirigió a la embajada rusa, no es claro si antes o después de asistir a la cubana, donde habló con Pavel Antonovich Yatskov o Valeriy Vladimirovich Kostivov, apodado Kostin.

Según la esposa de Oswald, Marina, esos oficiales negaron cualquier relación con él.

Más tarde, él regresó a la embajada cubana, entonces, Durán marcó por teléfono a la delegación rusa para preguntar por el estatus de la visa de su esposo. Se le dijo que el trámite tardaría cuatro meses. “Oswald se alteró al enterarse de que no podría obtener una visa de tránsito a Cuba sin tener antes la visa rusa”, reza el Informe Warren.

Durán, según la investigación estadounidense, “escribió su nombre y el número de teléfono de la embajada en una pieza de papel que le dio en caso de que quisiera ponerse en contacto de nuevo con ella”.

Durante su estancia en México, Oswald pagó un dólar con 28 centavos por su hospedaje diario en el Hotel del Comercio.

En las declaraciones se recoge que salía de su cuarto antes de las nueve de la mañana y regresaba después de las 12 de la noche. Comía a las 2 AM en un restaurante cercano y, al parecer, consideraba el precio de la comida antes de señalarla en el menú para pedirla. Según la descripción, se trataba de comida corrida: “Sopa del día, arroz, carne o huevos, pero rechazaba el postre y el café. La mesera concluyó que Oswald no sabía que dichos alimentos estaban incluidos en el precio total”.

De acuerdo con su esposa, durante su estancia en el Distrito Federal, él asistió a una corrida de toros. Según el informe, debió ocurrir el domingo 29 de septiembre. También fue a museos y al cine.

Silvia, la mexicana investigada por el asesinato de JFK
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