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La fuerza de la naturaleza perturbó de nuevo a la Ciudad de México y trajo, otra vez, pánico, desazón y angustia. Otro sismo de magnitud 7.2 atemorizó a los habitantes.

Ayer a las 17:39 horas, casi cinco meses después del 19-S, la inmensa estructura del complejo de comercios, cines y departamentos en Paseo de la Reforma 222 se meció de un lado a otro.

De inmediato, comensales de los restaurantes se incorporaron y encaminaron a las salidas. Lo mismo hicieron los que pasaban un rato de apacible viernes en las tiendas, en el cine. En el centro de la plaza, minutos antes la comunicadora Fernanda Tapia presentaba un libro de temática erótica: 50 sombras de Fer.

La periodista llevaba a cabo una especie de performance, sostenida en traje de cuero negro por cuerdas como parte de los juegos eróticos. Así la agarró el temblor.

En minutos la gente estaba afuera del complejo. Usaron las salidas formales, las salidas traseras, por las cocinas, por el espacio que fuera.

La emblemática avenida Reforma se colmó de gente. Los trabajadores aplicaron sus protocolos de seguridad y de inmediato se fueron agrupando en el camellón, con pancartas y a gritos juntaron a sus compañeros.

La constante era ver a la gente con teléfono en mano para intentar comunicarse con los suyos.

De regreso a la vida, pero con el susto presente, un gerente de restaurante se sinceró. Como suele pasar en estos casos, los comensales que salieron corriendo no regresaron a pagar.

Las redes sociales se volvieron la caja de resonancia para quienes intentaban comunicar a los suyos que estaban bien. Una colombiana escribió: “Ay México, te quiero mucho, pero tiemblas demasiado”. La alerta sísmica sonó en tiempo, lo que permitió que la mayoría de las personas salieran de casas y edificios. “¡Va a temblar!”, gritaban mientras veían los edificios alrededor para verificar si había movimiento.

El crujido de los inmuebles alertó a la gente que recordó el pasado 19 de septiembre. Por un minuto las calles se quedaron en silencio, se temía que un edificio se cayera.

Sobre avenida Juárez algunos turistas salieron de sus hoteles preocupados, muchos no sabían cómo actuar, pero hacían caso a las indicaciones del personal de Protección Civil. Ante el susto, una mujer cayó desmayada, reaccionó hasta que llegaron los paramédicos.

En la estación Guerrero de la Línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, el tren se detuvo por algunos minutos y se apagaron las luces; sin embargo, continuó.

“La gente se asustó, se preguntaba qué iba a pasar. Unos chicos gritaron: ‘¡Ya pasó, ya todo está bien!’”, dijo Laura una usuaria del metro.

La Ciudad de México retomó su ritmo horas después, casi nunca se aquieta y hoy tampoco existe placidez, el temblor de ayer dejó otra vez el miedo a que la tierra vuelva a acomodarse en todo el país.

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