Mientras millones de personas estaban pendientes del rescate de Frida -la niña inexistente de la escuela derrumbada- Carlos Tovilla rogaba a las autoridades para que le permitieran iniciar la búsqueda de su madre, atrapada desde el 19 de septiembre en las ruinas del edificio donde ella trabajaba como empleada doméstica.

Dos días después de quedar sepultada, Candelaria Tovilla seguía ahí. Vecinos de la colonia Portales Sur , quienes esperaban en la esquina de la calle acordonada, denunciaron que esa mañana no estaban frente al edificio derrumbado ni marinos, ni soldados, ni empleados federales o rescatistas de gobierno. Había un esfuerzo de varias autoridades, dice Carlos Tovilla, por convencer a todos de que el edificio debía ser demolido y ya no continuar con la búsqueda.

La madrugada posterior al colapso del edificio, dice el joven, los marinos que resguardaban la zona le advirtieron que se retirarían porque “ya no podían hacer nada. Que aceptara la realidad. Que mi madre ya había fallecido”. Eso, a pesar de que media hora antes, dice, le habían confirmado otros militares, con un escáner, que ella seguía viva.

El joven acusa a una funcionaria delegacional, a quien identifica como Olivia Corral, de haberle dicho: “Tengo una orden directa de la delegación: voy a demoler el edificio. A mí me dicen que está vacío”.

De acuerdo con Tovilla, fue hasta las tres de la tarde del 20 de septiembre, más de 15 horas después del colapso, que las autoridades dejaron entrar a los “topos”, quienes sólo tuvieron permiso de trabajar, acusa el hijo de la víctima, durante dos horas.

La queja de inacción coincide con la de Arnulfo Pérez, habitante del edificio colapsado, quien se quejaba, hasta la tarde del 21 de septiembre (dos días después de quedarse sin hogar), de no recibir ninguna información por parte de nadie acerca de qué va a pasar con lo que alguna vez fue su departamento.

“Hemos estado hablando horas al 911 para saber qué es lo que va a pasar aquí, pero nadie contesta”, dice a su vez Judith Rodríguez, vecina de Saratoga y quien tuvo que abandonar su casa luego de que la estructura del edificio aledaño se viniera encima del techo de su casa.

La coincidencia de las personas consultadas en la zona cercana al edificio Saratoga 714, es que nadie les daba explicaciones. No sabían por qué no dejaban pasar a las decenas de rescatistas que esperaban con ansias entrar. No sabían por qué tenían que transcurrir dos días antes de que alguien entrara a rescatar a Candelaria Tovilla. Los policías capitalinos en la zona tampoco tenían explicaciones, sólo atinaban a decir que todo era decisión de la “jefa” que estaba en el área.

El cuerpo de la señora fue sacado de los escombros por "topos" ayer en la tarde. Su hijo la está velando.

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