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La ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2014, Malala Yousafzai, reconoció sentirse “muy decepcionada” por la situación de los derechos humanos en México y, especialmente, por lo que ella considera una “negación” de la libertad de expresión.

A 23 días de que se cumpla el tercer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, esta mujer de 20 años considera que es “escandaloso” que casos como éste ocurran en el país. La situación, subraya, es “completamente inaceptable”.

La activista y bloguera nacida en Mingora, Paquistán, el 12 de julio de 1997 recibió a EL UNIVERSAL en un hotel de la Ciudad de México. Saluda con un “hola” y al despedirse dijo “gracias”, en español, idioma que no habla.

De estatura baja y delgada, la joven, quien a los 13 años era fan de la serie Bety La Fea, producida por Salma Hayek, oculta una gran fortaleza que se hizo notar en 2012, cuando sufrió un atentado por defender el derecho de las niñas a ser educadas, por lo que llegó a ser considerada como un peligro para los grupos extremistas que controlaban su pueblo. Malala se negaba a renunciar a su derecho de ir a la escuela.

El 9 de octubre de 2012 vivió un cambio en su vida cuando iba de camino al colegio: en el autobús le dispararon dos tiros en la cabeza. La adolescente se recuperó, ganó el Nobel de la Paz a los 17 años, se fortaleció como activista y ha dedicado su vida a luchar por el derecho de las niñas a recibir educación.

Este principio se lo ha planteado a personajes como la Reina Isabel II de Inglaterra, así como al ex presidente de Estados Unidos Barack Obama, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y la semana que termina a Enrique Peña Nieto, entre otros hombres y mujeres de la política y la cultura reconocidos en el mundo, con quienes ha hablado sobre la defensa de los derechos humanos.

¿Qué piensas de la situación de los derechos humanos en México?

—Estoy muy decepcionada. Especialmente, me parece alarmante que a la gente se le niegue su libertad de expresión. Espero que sus líderes reconozcan el derecho del pueblo a expresarse, externar sus opiniones y su forma de ver las cosas. Debería permitírseles que lo hagan.

¿Conoces el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa?

—Lo vi en las noticias y me parece escandaloso, realmente decepcionante que algo como esto esté sucediendo. Nuevamente, es un tema de libertad de expresión. El gobierno y el Estado deben garantizar protección y seguridad para su pueblo. La situación debe cambiar y espero que los líderes de este país se den cuenta de que esto es completamente inaceptable, que va en contra de los derechos humanos. Si se desea avanzar en el tema, no es correcto que México tenga esta clase de retrocesos. El país necesita emprender una lucha sostenida por los derechos humanos y no debe dar pasos atrás.

¿Qué respuesta debería dar el gobierno a las amenazas de Trump contra los migrantes?

—Es una cuestión política. En primer lugar, es importante dar un mensaje de esperanza y paz, porque eso demuestra fortaleza. El pueblo mexicano debe mantenerse unido y demostrar quiénes son, porque la manera en la que el presidente Trump los ha definido es verdaderamente irrespetuosa. Ustedes son personas increíbles, he visto la pasión con la que buscan cambiar al mundo, especialmente los más jóvenes, quieren ver un cambio y conservan la esperanza de un futuro mejor.

Ese es el verdadero México, el que el presidente Trump necesita ver. En estos tiempos de desarrollo y progreso no podemos aceptar los discursos de odio, de crear divisiones entre los pueblos. Debemos dejar de fomentar que la gente se odie sólo por su nacionalidad.

En México hemos visto un recorte al presupuesto educativo; sin embargo, se le está dando un presupuesto muy alto a las elecciones y a los partidos políticos, ¿qué te parece?

—El financiamiento a la educación debería crecer. Los líderes mexicanos tendrían que tomarse el tema muy en serio y darle a la educación lo que necesita, que debería ser 20% del presupuesto de cada país, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los mexicanos deberían defender este presupuesto, y recordarles a sus políticos locales y nacionales que deben incrementarlo. Deben hacerlo por el futuro de su país, por los niños que se van a convertir en los líderes de mañana: ellos son el futuro y no deberían ser ignorados; su educación es muy importante para la estabilidad, la paz, y el desarrollo económico. La educación debería ser una prioridad.

¿Cuál es la mayor amenaza para las niñas que desean seguir estudiando? ¿Pobreza o violencia?

—Ambas. Son desafíos mayores. La pobreza evita que niños y niñas tengan más oportunidades, debemos eliminarla y para eso el rol del gobierno es muy importante. Pero también la violencia, ese es un tema que las mujeres sufren particularmente. A veces es muy difícil entender que siga existiendo. No puede ser así, las cosas deben cambiar. Corresponde a los mexicanos honorables, levantarse y decir “en nuestro país, en nuestro México, ninguna mujer será víctima de la violencia”. Deben tomar una postura en contra de la violencia.

¿Cómo le hacemos para que los niños elijan continuar con su educación en lugar de enrolarse en la delincuencia organizada?

—Lo más importante que podemos hacer es contarles las historias de las personas que salieron de la pobreza a través de la educación, que trabajaron mucho y lograron terminar la escuela, a quienes la educación les cambió la vida por completo. Debemos decirles a los niños que si se convierten en criminales, se lastiman a ellos mismos y a otras personas, pero que si van a la escuela, se protegen a ellos y a sus comunidades.

¡La educación les puede traer tantísimos beneficios!, pero para llegar a ello, no sólo el gobierno sino también los padres y los maestros, toda la comunidad, deben hacer su parte. No es responsabilidad de una sola persona, sino de todos y cada uno de nosotros. Debemos ser conscientes y alentar a los niños a ir a la escuela a aprender. Demostrarles que hay personas que a través de la educación han hecho cosas asombrosas, y que han cambiado sus vidas completamente sólo por ir a la escuela.

¿Qué mensaje les darías a las niñas mexicanas que están pensando en dejar la escuela?

—A esas niñas que tal vez se sienten decepcionadas y piensan que no van a poder alcanzar sus sueños, quiero decirles que por favor no se subestimen, tienen el potencial de hacer muchísimas cosas con sus vidas si continúan trabajando duro. Si pierden la esperanza ahora, las cosas van a ser muy difíciles durante el resto de sus vidas, porque una mujer que no termina la escuela pierde habilidades que pudo haber desarrollado; pudo haberse convertido en médica, maestra o ingeniera y ahora ya no tiene esa oportunidad.

Además, deja de ser independiente y puede perder la posibilidad de hacer grandes cosas en la vida. Hay otras cosas que pierde: su identidad, la oportunidad de ser respetada en la sociedad, hacer cosas por ella misma. Si dejan la escuela, van a sufrir mucho: la educación es una forma de protegerse. ¡Ustedes son tan importantes para México! El pueblo es el mayor recurso de un país, y si no se educan y no trabajan, su nación pierde muchísimo. También háganlo por su país.

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