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Es la zona cero. Aquí, donde hace 32 años, el 19 de septiembre de 1985 a las 7:19 de la mañana, la Ciudad de México se cimbró dejando tras de sí uno de los sismos más devastadores de su historia, la tierra se volvió a mover.

Paradojas de la naturaleza. El mismo día, pero de 2017; es decir, 11 mil 680 días, cinco horas, 55 minutos después, los capitalinos vuelven a vivir el terror de un sismo.

Aquí en la zona centro de la CDMX, luego de las 13:14 de la tarde, hora oficial del temblor, decenas de oficinistas desalojan sus áreas de trabajo, por segunda vez, luego de que a las 11 hubo un simulacro como señal de duelo de 1985 —otra paradoja— y se concentran aterrados.

Se asoman los rostros del pánico. De un martes que no se quería que llegara, pero llegó, martes del gran sismo que venía.

Lágrimas, abrazos entre compañeros que desalojaron sus oficinas, luego de esos minutos de angustia que a todos les parecieron siglos.

Quienes salieron de estos edificios, vivieron un calvario, mientras bajaban las escaleras, éstas se movían de un lado a otro. Todos usan sus teléfonos para intentar comunicarse a casa, para saber si sus seres queridos están bien.

“Camínele a la zona de seguridad, joven, luego saca fotos, no ponga en riesgo su vida”, dice una mujer policía mientras trata de ordenar lo que a esa hora ya es un gran caos, confusión y miedo.

Hay crisis nerviosas. Algunos siemplemente están sentados, absortos, con la midara perdida, en este gran paraje sobre avenida Reforma, donde se pueden ver los ríos de gente. Voltean al cielo para ver si alguna réplica hace mover los edificios, otra vez.

Los encargados de Protección Civil de cada centro laboral, usan sus megáfonos para pasar lista. Los que van saliendo de los edificios caminan agarrados de las manos, llorando unos, otros intentando no hacerlo.

La gente camina como zombi.

Sobre avenida Madero, que lleva al Centro Histórico, se cerró la circulación a coches. Parece un día de desfile, pero los que ahí deambulan muestran rostros de confusión, de tristeza.

El transporte es un caos. Vialidades cerradas, no hay forma de trasladarse. Todo es a pie o con bicicleta. Rafael Hernández, comerciante, tuvo que caminar desde el Auditorio Nacional hasta Calzada de Guadalupe, por la falta de transporte.

Muchos como él son cronistas urbanos de lo sucedido hoy en la ciudad. Relata que en su camino vio dos edificios caídos.

En la Plaza de la Solidaridad, a un costado de La Alameda donde el Hotel Regis, cayó el 19 de septiembre de 1985, reviven los recuerdos. El bombero Juan Manuel Flores Ledezma, 32 años después, llegó este martes poco antes de las 6:00 de la mañana para rendir tributo a los caídos de los sismos de 1985.

Aquí los agarró el temblor de hoy. En 1985 era instructor de cadetes del Pentatlón Deportivo Militar. Luego del sismo se hizo bombero. Hoy le tocó bajar de un edificio a dos personas que no querían desalojar. “Con perdón de la palabra, los tuvimos que bajar a fuerzas.

“¡Todavía falta otro, cuando tiembla fuerte es de a tres!”, grita un indigente al lado del Metro Juárez. La gente lo mira y ni se inmuta. Llegar a casa es la misión en medio del terror 11 mil 860 días después, la ciudad está de luto... otra vez

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