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A las 07:52 horas de ayer, la alerta sísmica avisó a miles de personas en México que un nuevo temblor estaba por ocurrir. Eso fue una noticia alarmante para todos. Matt no escuchó el sonido, ni siquiera sabe cómo es. Durante el sismo, él desayunaba con su familia en Indiana.

Hoy está cenando en una taciturna colonia Roma, en cuyos restaurantes hay pocas personas, muchas de ellas extranjeras como él.

Cuando sus allegados advirtieron el nuevo terremoto por televisión tuvieron una respuesta unánime: “¡No vayas!. Todos me decían que era mejor no venir, pero eso no estaba en mis planes”, asegura el joven que arribó a las 19:00 horas de este sábado.

Cena pasta con su compañero de viaje, A.J., en el restaurante Bohemia, en la colonia Roma. A sólo tres calles hay cordones que evitan que los transeúntes pasen cerca de un par de edificios que podrían caerse.

Para él es raro, pero no determinante. Son más importantes las personas que caminan con ímpetu para mejorar la ciudad: “Yo quería decidir por mí mismo, ver, además, en qué puedo ayudar. Acabo de llegar y aún no lo tengo claro, pero pienso hablar con la gente para dar lo mejor de mí”.

A su amigo le sorprende la quietud de la colonia Roma, el vecindario fantasma con el que se encontró y que, le habían dicho, era un buen lugar para pasar la noche antes de viajar a Oaxaca, donde vive una amiga.

El cine Tonalá, a unas calles, era una buena opción para visitar, pero sus dueños cerraron tres horas antes de lo normal. Mañana ese lugar espera proyectar algunas películas, pero para el par de estadounidenses ya será tarde; estarán viajando.

“Me sentí triste cuando supe del terremoto, muchos nos decían que era mejor no venir, pero yo quería ayudar. El viaje lo planeamos hace seis meses”, dice Matt con ironía.

Ese tono sarcástico lo utiliza también Joe, de Chicago, quien busca un lugar para comer junto con su esposa, Amy.

Pese a que muchos locales están cerrados, casi todos los que abrieron están semivacíos.

“No tengo miedo. Es más probable que me den un tiro cuando voy a ciertas zonas inseguras de Chicago, a que me pase algo acá por un temblor.

“La ciudad está inusualmente tranquila, pero nada ha cambiado para mí. Bueno, sí, estoy sorprendido por el voluntarismo, el patriotismo y por la compasión que tienen entre ustedes”, añade.

Planea apoyar en la construcción de una cancha de beisbol en la capital, aunque no quiere ahondar en eso. Matt, el joven de Indiana, no tiene proyectos tan grandes, pero sí una forma de ayudar: “Cuando tembló hace unas semanas en Oaxaca leí un artículo que decía que los extranjeros no debíamos cancelar nuestras vacaciones, gastar tu dinero en este bello país es ayudar y mostrar poco a poco que nada ha cambiado”, dice.

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