La ingeniería sísmica, que comenzó a desarrollarse en México a raíz del sismo de 1957, pretende evitar colapsos y daños estructurales de las construcciones, afirmó Luis Esteva Maraboto, investigador emérito del Instituto de Ingeniería, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Declaró que se requiere mayor conocimiento de estos fenómenos, la inclusión de más elementos matemáticos (probabilidad, estadística y algoritmos) y rigor científico.

Durante la conferencia “Ingeniería sísmica en México: retos y tendencias”, ofrecida a propósito de su investidura como doctor honoris causa por esa casa de estudios, Esteva Maraboto aseguró que también hacen falta análisis de confiabilidad y sistemas innovadores, como disipadores de energía y aisladores de base.

Los primeros son dispositivos que se colocan en la estructura del edificio para perder menos energía durante un terremoto y así evitar derrumbes, explicó.

Los otros son sistemas que aíslan la cimentación de la superestructura. Al colocarlos se alarga considerablemente el periodo fundamental de vibración de la estructura; sin embargo, de forma atenuada y la lleva a zonas en donde las aceleraciones espectrales son reducidas; en consecuencia, las fuerzas que produce son menores.

Preocupa carencia de normas obligatorias. En el salón de seminarios Emilio Rosenblueth, del Instituto de Ingeniería, el universitario resumió que actualmente en el país hay situaciones variadas, puesto que mientras en la Ciudad de México existe un comité de seguridad estructural, en los estados el asunto de las consecuencias de los terremotos recae en los municipios, en donde carecen de normas obligatorias.

Pionero en la ingeniería sísmica nacional y en los métodos constructivos para reducir los daños a las estructuras y edificios durante los terremotos, recordó su participación en los primeros mapas de riesgo sísmico y la tendencia actual de mapas electrónicos.

Luis Esteva Maraboto ha sido profesor, investigador y funcionario de la Universidad Nacional.

A nivel mundial, es reconocido como precursor en el análisis de peligro y riesgo sísmico, y como uno de los primeros investigadores en explorar el papel de la Teoría de Probabilidades en la ingeniería sísmica.

Es emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia.

En 1967 elaboró el primer grupo de mapas de peligro sísmico uniforme de la República, con información probabilística.

Sus criterios fueron adoptados internacionalmente. Ha colaborado en el desarrollo de los reglamentos de construcción de Acapulco y de la Ciudad de México, así como en países de Centro y Sudamérica.

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